17/05/2018, 10:19
Daruu abrió las puertas del recinto especial de prácticas. Era un lugar muy amplio, de al menos cincuenta metros de largo y treinta de ancho. Un campo de entrenamiento en el séptimo piso del Torreón de la Academia que disponía de, cerca de las paredes de hormigón, un montón de muñecos de entrenamiento, dianas para practicar puntería con shuriken, y troncos de madera cortados. El espacio central era un ring de combate muy grande.
Era una de las clases donde entrenaban Taijutsu y combate con armas cuando estaban en la Academia. Daruu recordaba perfectamente esas sesiones de entrenamiento, donde no tardó en dejar de aprender de los sensei para pasar a sorprenderlos con el Juuken. Ahora hubiera deseado aprender mucho más de ellos, y, como si quisiera permearse de la experiencia acumulada en aquella sala, como cada día, se fortalecía allí.
Cuando cerró la puerta y se dio la vuelta, enseguida se dio cuenta de que no estaba sólo. A pocos metros de la entrada, un pelirrojo familiar le devolvió la mirada.
—¿Inoue-san? —De Keisuke, Daruu conocía más bien poco. Tuvo un pequeño encuentro con él, que acabó en una desafortunada diferencia de mentalidades con su hermano, un tal Hazegawa que presentaba bastante poco respeto por los demás. De éste no había vuelto a oír nada, pero con Keisuke sí que se encontró en otra ocasión, en el Torneo de los Dojos, donde también participó para dar honor a Amegakure.
Era una de las clases donde entrenaban Taijutsu y combate con armas cuando estaban en la Academia. Daruu recordaba perfectamente esas sesiones de entrenamiento, donde no tardó en dejar de aprender de los sensei para pasar a sorprenderlos con el Juuken. Ahora hubiera deseado aprender mucho más de ellos, y, como si quisiera permearse de la experiencia acumulada en aquella sala, como cada día, se fortalecía allí.
Cuando cerró la puerta y se dio la vuelta, enseguida se dio cuenta de que no estaba sólo. A pocos metros de la entrada, un pelirrojo familiar le devolvió la mirada.
—¿Inoue-san? —De Keisuke, Daruu conocía más bien poco. Tuvo un pequeño encuentro con él, que acabó en una desafortunada diferencia de mentalidades con su hermano, un tal Hazegawa que presentaba bastante poco respeto por los demás. De éste no había vuelto a oír nada, pero con Keisuke sí que se encontró en otra ocasión, en el Torneo de los Dojos, donde también participó para dar honor a Amegakure.