17/05/2018, 17:00
—Seguro, seguro. Muchas gracias —se reiteró la fémina, aunque era posible que no lograse salir de allí sin uno de esos bocadillos; la mujer era insistente y Karma no parecía muy segura de sí misma.
Acto seguido la hija de Uzugakure prestó atención a la historia del niño con la bufanda. «Comprendo, eso lo explica». Una tragedia de manual, a fin de cuentas. La pelivioleta sintió curiosidad por la identidad de los dos enfrentados. «¿Tendrá esto que ver con lo que ocurrió en el cráter?», se preguntó.
—Gracias —afirmó al tomar el caldero—. No tengo nada en contra del chaval, no se preocupe, era pura curiosidad profesional por mi parte, teniendo en cuenta el apodo que utiliza. Agradezco su ayuda.
Así pues, Karma le dedicó una sutil referencia a la dueña y se puso en marcha de vuelta a la estatua de Shiona.
Acto seguido la hija de Uzugakure prestó atención a la historia del niño con la bufanda. «Comprendo, eso lo explica». Una tragedia de manual, a fin de cuentas. La pelivioleta sintió curiosidad por la identidad de los dos enfrentados. «¿Tendrá esto que ver con lo que ocurrió en el cráter?», se preguntó.
—Gracias —afirmó al tomar el caldero—. No tengo nada en contra del chaval, no se preocupe, era pura curiosidad profesional por mi parte, teniendo en cuenta el apodo que utiliza. Agradezco su ayuda.
Así pues, Karma le dedicó una sutil referencia a la dueña y se puso en marcha de vuelta a la estatua de Shiona.