17/05/2018, 19:11
¡Por fin! La estatua había quedado impecable. «No sé qué es peor: la idea de jugarme la vida en misiones de mayor rango, o la idea de pasar el resto de mis días llevando a cabo tareas como estas», reflexionó la genin a la par que observaba su trabajo.
—Lo siento si mis esfuerzos no han sido suficientes, Shiona-sama —le dijo a la estatua, igual de negativa que siempre, para entonces dedicarle una formal reverencia.
El piar de las aves la llevó a dedicarles otra taciturna mirada. Le daba pena lo que había ocurrido con el nido, demasiada como para ignorarlo, a decir verdad. «Supongo que esto es una mala idea, pero...».
La kunoichi se lanzó con el objetivo de darle la vuelta al nido. El macho no estaba a la vista y la hembra, con suerte, se centraría en proteger a las crías, así que quizás, solo quizás, la pelivioleta se libraría de un picotazo extra. Con el nido bien colocado, aunque estuviese a ras de suelo, los mirlos podrían utilizarlo como antes.
Esa era su esperanza, al menos.
—Lo siento si mis esfuerzos no han sido suficientes, Shiona-sama —le dijo a la estatua, igual de negativa que siempre, para entonces dedicarle una formal reverencia.
El piar de las aves la llevó a dedicarles otra taciturna mirada. Le daba pena lo que había ocurrido con el nido, demasiada como para ignorarlo, a decir verdad. «Supongo que esto es una mala idea, pero...».
La kunoichi se lanzó con el objetivo de darle la vuelta al nido. El macho no estaba a la vista y la hembra, con suerte, se centraría en proteger a las crías, así que quizás, solo quizás, la pelivioleta se libraría de un picotazo extra. Con el nido bien colocado, aunque estuviese a ras de suelo, los mirlos podrían utilizarlo como antes.
Esa era su esperanza, al menos.