17/05/2018, 20:31
Finalizada la misión de su Villa, la kunoichi procedió a enfrascarse en su misión moral. En un movimiento rápido con la mano, logró lo que tanto había estado intentando hacer la madre de los polluelos: darle la vuelta al nido. El mirlo hembra apenas batió las alas y gorjeó un par de veces, pero nada hizo por atacarla.
Pío, pío. Pío, pío.
Los polluelos seguían en el duro y frío suelo.
Pío, pío. Pío, pío.
Los polluelos seguían en el duro y frío suelo.