18/05/2018, 02:28
En otra circunstancia, Kaido habría hablado fuertemente. Le habría dicho zorra, traicionera, rata inmunda, hija de puta, rastrera y demases ocurrencia que por lo general le atizaban la lengua cuando sentía la necesidad de dar su opinión acerca de algo en concreto. Pero esa vez, esa ocasión especial, mantuvo el silencio.
Hizo contacto visual, y emuló con lentitud el cómo Kila alzó sus brazos. Sus puños, sin embargo, yacían plenamente abiertos, gesto indudable de que le pedía que se calmase. Que no sacase conclusiones apresuradas.
Pero que más allá de todo, que él ya sabía la verdad. O al menos parte de ella.
—Escúchame bien, no soy tu enemigo —su brazo derecho se movió inequívoco hasta la dirección del almacén de la discordia—. el enemigo es el que está allá, esperándote. Listo para castigarte como lo ha hecho con él.
Realmente esperaba no equivocarse, pero creía que apuntalar hacia esa dirección, hacia esa cuestión, era la indicada.
—Hablémoslo. No ... corras. Y por lo que más quieras, no adviertas al dragón.
Hizo contacto visual, y emuló con lentitud el cómo Kila alzó sus brazos. Sus puños, sin embargo, yacían plenamente abiertos, gesto indudable de que le pedía que se calmase. Que no sacase conclusiones apresuradas.
Pero que más allá de todo, que él ya sabía la verdad. O al menos parte de ella.
—Escúchame bien, no soy tu enemigo —su brazo derecho se movió inequívoco hasta la dirección del almacén de la discordia—. el enemigo es el que está allá, esperándote. Listo para castigarte como lo ha hecho con él.
Realmente esperaba no equivocarse, pero creía que apuntalar hacia esa dirección, hacia esa cuestión, era la indicada.
—Hablémoslo. No ... corras. Y por lo que más quieras, no adviertas al dragón.