20/05/2018, 22:09
Kila hizo muchas cosas al mismo tiempo. Sutiles, pero que un guerrero como Kaido podía leer fácilmente. Primero, un rápido vistazo a los almacenes, que se encontraban a la espalda del Tiburón, a media distancia. Luego, una breve ojeada al terreno que tenían en medio, como si quisiese medir exactamente la distancia que les separaba. Quince metros, ni más ni menos. Finalmente, con el rabillo del ojo, miró a izquierda y derecha para asegurarse de que no había nadie. Y no, no lo había.
Solo entonces escuchó a Kaido, además de oírle. Y solo entonces frunció el ceño.
—¿Castigarme? ¿A qué te refieres? —preguntó ella—. ¿Y cómo sabes que…? —Cuando el amejin había mencionado la palabra dragón, su cuerpo entero se había tensado—. Para empezar, ¿quién coño eres? —exigió saber.
A Kaido no le pasó desapercibido que había bajado las manos…
… para llevárselas a la espalda.
Solo entonces escuchó a Kaido, además de oírle. Y solo entonces frunció el ceño.
—¿Castigarme? ¿A qué te refieres? —preguntó ella—. ¿Y cómo sabes que…? —Cuando el amejin había mencionado la palabra dragón, su cuerpo entero se había tensado—. Para empezar, ¿quién coño eres? —exigió saber.
A Kaido no le pasó desapercibido que había bajado las manos…
… para llevárselas a la espalda.