21/05/2018, 21:51
Juro continuó avanzando por el sendero. Finalmente, llegaría a su destino: uno de los templos en ruinas del noroeste de Kusagakure. Juro sabía que había más, pero era un buen comienzo.
Avanzó, con buen paso, sonriente. Era una edificación enorme. Las paredes estaban cubiertas de enredaderas, y aunque no lo viese, Juro imaginó que contaban misterios incomprensibles para él. Trozos de piedra caídos, a su alrededor, cubiertos por musgo y vegetación, le daban un aire místico. Un enorme arco de piedra daba la bienvenida a aquel lugar. Juro se preguntó, y no por primera vez, quién habitó aquellos lugares, y con qué finalidad.
« Daría lo que fuera porque estas paredes me contaran su historia » — Juro había escuchado cosas. Que había pinturas de cosas indescibrales, que albergaban un horrible mal.
Claramente le sonaba un poco fantasioso. Pero... ¿Por qué no? Tenía gana de comprobarlo.
Pero lo que se encontró fue aún más sorprendente. Sentado frente a uno de los trozos de piedra caídos, cruzado de piernas, y con una expresión de total serenidad, ahí estaba Sasagani Yota. Su compañero de equipo, y rival en el torneo, que le había derrotado. La persona con la que había regresado a casa y cuya madre le había gritado. Y que hacía ya un tiempo que no veía. Juro sonrió, mientras se preguntaba qué hacia ahí.
« Que misteriosa es la vida a veces » — pensó, con cierta diversión.
— ¡Yota! — exclamó Juro, en voz alta. Lo justo para despertarle de su extraña meditación. Tras eso, se acercaría a él —. ¡Hacía mucho que no te veía! ¿Dónde te has estado metiendo? ¿Es que has estado viviendo aquí los últimos días?
Se acercó y le tendió la mano, a modo de saludo.
— ¿Cómo estas? — preguntó, ya si burlarse. Realmente estaba intrigado por saber dónde se había estado metiendo su compañero.
Avanzó, con buen paso, sonriente. Era una edificación enorme. Las paredes estaban cubiertas de enredaderas, y aunque no lo viese, Juro imaginó que contaban misterios incomprensibles para él. Trozos de piedra caídos, a su alrededor, cubiertos por musgo y vegetación, le daban un aire místico. Un enorme arco de piedra daba la bienvenida a aquel lugar. Juro se preguntó, y no por primera vez, quién habitó aquellos lugares, y con qué finalidad.
« Daría lo que fuera porque estas paredes me contaran su historia » — Juro había escuchado cosas. Que había pinturas de cosas indescibrales, que albergaban un horrible mal.
Claramente le sonaba un poco fantasioso. Pero... ¿Por qué no? Tenía gana de comprobarlo.
Pero lo que se encontró fue aún más sorprendente. Sentado frente a uno de los trozos de piedra caídos, cruzado de piernas, y con una expresión de total serenidad, ahí estaba Sasagani Yota. Su compañero de equipo, y rival en el torneo, que le había derrotado. La persona con la que había regresado a casa y cuya madre le había gritado. Y que hacía ya un tiempo que no veía. Juro sonrió, mientras se preguntaba qué hacia ahí.
« Que misteriosa es la vida a veces » — pensó, con cierta diversión.
— ¡Yota! — exclamó Juro, en voz alta. Lo justo para despertarle de su extraña meditación. Tras eso, se acercaría a él —. ¡Hacía mucho que no te veía! ¿Dónde te has estado metiendo? ¿Es que has estado viviendo aquí los últimos días?
Se acercó y le tendió la mano, a modo de saludo.
— ¿Cómo estas? — preguntó, ya si burlarse. Realmente estaba intrigado por saber dónde se había estado metiendo su compañero.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60