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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#7
—Eres muy valiente, Umikiba Kaido —admitió Yui tras unos minutos de silencio, tiempo durante el cual Kaido trató de navegar, mientras tanto, esa tormenta que se dilataba en los orbes azul eléctrico de la Arashikage, que luego coincidieron impacientes con los del gyojin. Pero lejos de cumplirse los peores pronósticos, y mucho más lejos de ser su cuello el que recibiera el frío beso de su espada de damocles, Kaido se vio de pronto en el ojo de aquel huracán. Uno que él mismo había invocado.

Porque muy a pesar de lo que contaba aquella frase, de que era mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras, pasa que Kaido no era un hombre de vestir coronas, ni tampoco una bestia a la que fuera conveniente esclavizar. Ya unos cuántos se darían cuenta de tan craso error esa misma noche.

»Bien. Quiero que tú mismo nos conduzcas esta noche a cada rincón donde se escondan esas ratas. Liderarás el escuadrón que cortará sus gargantas mientras duermen —ordenó ella, sin peros ni miramientos. Sin un ápice de indecisión, sin un atisbo de duda. Así que él trató de hacer lo mismo, de emular la fiereza de su líder aún y cuando fuera en vano.

—Así se hará, Arashikage-sama —dijo, decidido—. sólo hay una cosa que me preocupa, y es que este sacrificio pondrá en jaque mi crecimiento como shinobi. Aún me queda mucho por aprender acerca de las habilidades de mi clan, y ellos son quienes colaboraban directamente con ello. Sonará insensible y egoísta, pero voy a perder más que a una familia esta noche. Pierdo una fuente de poder, y de conocimiento, es por ello que:

El umi no Shisoku tragó saliva, y disparó; con la cabeza ligeramente inclinada en señal de reverencia aunque sus hombros rígidos y apenas encorvados, tratando de mostrar paridad.

»Quisiera poder convertirme en su pupilo, Yui-sama —se atrevió a pedir, aunque por dentro quería salir corriendo a todo gas—. no le defraudaré, joder que porque me llamo Umikiba Kaido, el Tiburón de Amegakure que no.
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Mensajes en este tema
RE: Entre el deber y la traición - por Umikiba Kaido - 26/05/2018, 08:40


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