27/05/2018, 15:04
Akame examinó con ojos atentos la expresión de su alumna, que pasó a reflejar un profundo sadismo. Era como un pez que daba vueltas en el fondo de un estanque aparentemente tranquilo, un depredador oculto en un paisaje aparentemente calmo. Esperando el momento, la oportunidad, de tener una presa desvalida a tiro para salir de su escondite. Era exactamente lo que el Uchiha había creído entrever dentro de Karma; apenas una sombra, una débil onda en el agua que se disipaba demasiado pronto como para poder identificar qué la había provocado.
Pero ahora el pez había mordido el anzuelo, y Akame era el pescador.
Sin dejar de agarrar al pobre Inokichi —cuyo rostro se había puesto pálido como la cera—, Akame sacó el kunai oculto bajo la manga derecha de su camisa y se lo tendió a su alumna, agarrándolo por el filo.
—Todo tuyo, Karma-san.
Pero ahora el pez había mordido el anzuelo, y Akame era el pescador.
Sin dejar de agarrar al pobre Inokichi —cuyo rostro se había puesto pálido como la cera—, Akame sacó el kunai oculto bajo la manga derecha de su camisa y se lo tendió a su alumna, agarrándolo por el filo.
—Todo tuyo, Karma-san.