27/05/2018, 22:00
Esperaba sangre y gritos, pero la kunoichi no encontró nada. Percibió algo sumamente extraño en la extremidad que iba a cometer la deleznable hazaña, ¿podría ser remordimiento? No, aunque era algo que le ahorraría ese sentimiento en el futuro. Karma perdió el control de su musculatura y el kunai cayó al suelo. La muchacha no entendía lo que estaba ocurriendo, como bien su aterrada expresión dejaba claro sin margen de interpretación alguno.
Entonces cayó, cayó de la misma manera en la que Akame la había obligado a postrarse con sus golpes, solo que en esta ocasión ni la había tocado. «¡¿Qué me está pasando?! ¡¿Estoy sufriendo algún tipo de crisis?!», alcanzó a razonar su hemisferio analítico, a pesar de que su mente era un torrente caótico.
La realidad se retorcía y desmenuzaba a su alrededor, el mundo se dilató hasta adquirir el semblante de delirios decadentes. Iba a vomitar...
Entonces todo acabó, y lo que parecía vigilia se desenmascaró como sueño. La pelivioleta se veía extremadamente aturdida. Miró a su izquierda, entonces a su derecha, finalmente sus orbes aterrizaron sobre los ajenos, los rojos y poderosos. Sufría unas dificultades ridículas al intentar comprender y procesar todo lo que había acontecido hasta ese fatídico momento.
—Qué... ¿Qué...? —balbuceó—. ¿A-Akame-sensei? ¿Qué ha sido eso? Yo... Inokichi-san... ¿qué...?
Entonces cayó, cayó de la misma manera en la que Akame la había obligado a postrarse con sus golpes, solo que en esta ocasión ni la había tocado. «¡¿Qué me está pasando?! ¡¿Estoy sufriendo algún tipo de crisis?!», alcanzó a razonar su hemisferio analítico, a pesar de que su mente era un torrente caótico.
La realidad se retorcía y desmenuzaba a su alrededor, el mundo se dilató hasta adquirir el semblante de delirios decadentes. Iba a vomitar...
Entonces todo acabó, y lo que parecía vigilia se desenmascaró como sueño. La pelivioleta se veía extremadamente aturdida. Miró a su izquierda, entonces a su derecha, finalmente sus orbes aterrizaron sobre los ajenos, los rojos y poderosos. Sufría unas dificultades ridículas al intentar comprender y procesar todo lo que había acontecido hasta ese fatídico momento.
—Qué... ¿Qué...? —balbuceó—. ¿A-Akame-sensei? ¿Qué ha sido eso? Yo... Inokichi-san... ¿qué...?