31/05/2018, 19:42
La joven aguardó, visiblemente incómoda, a que la situación transcurriese. Dada su actitud, Karma no parecía demasiado dispuesta a intervenir; se sentía más segura como una observadora, en esta instancia, ausente, silenciosa y alejada de todo a su alrededor. Pero por mucho que la pelivioleta desease que la situación fuese distinta, todo aquello iba sobre ella, no podría evitar el inquisitivo semblante del Uchiha hasta el fin de los tiempos.
—Así que... un Genjutsu, eh... —musitó y ladeó el rostro—. Nunca había experimentado uno. Y esos ojos tuyos, sensei... vaya, son interesantes.
»En cualquier caso, también son terroríficos. Me engendran envidia, siendo honesta.
Entró en escena un orondo caballero que debía de ser el dueño o uno de los camareros del establecimiento. Karma evitó —deliberadamente— el contacto visual con este según depositó lo encargado sobre la mesa. Entonces la médico tocó la taza con dos dedos, asegurándose de que estaba caliente. Lo estaba. Mejor aguardar a que se enfriara un poco, la kunoichi no albergaba deseo alguno de escaldarse la lengua.
Akame continuó hablando, tocando temas mucho más oscuros, dolorosos y de los que la pelivioleta no quería hablar. La fémina detectó cierto deje de sospecha, lo que la llevó a tensarse un poco, casi imperceptible. «Primero el genjutsu y ahora esto... ¿por qué...?», se lamentó.
Se aclaró la voz, mas su tono continuó mostrándose débil.
—Mi padre me ha maltratado desde que era pequeña. También paró de trabajar, así que tuve que ser yo la que traía el dinero a casa —explicó, indeseosa de revelar más detalles de los que fuera necesario—. Al final murió, como ya sabes. Cirrosis hepática, se pasaba todo el día bebiendo.
Fue entonces que le dirigió una mirada furtiva, de reojo, a la jarra de cerveza.
—Así que... un Genjutsu, eh... —musitó y ladeó el rostro—. Nunca había experimentado uno. Y esos ojos tuyos, sensei... vaya, son interesantes.
»En cualquier caso, también son terroríficos. Me engendran envidia, siendo honesta.
Entró en escena un orondo caballero que debía de ser el dueño o uno de los camareros del establecimiento. Karma evitó —deliberadamente— el contacto visual con este según depositó lo encargado sobre la mesa. Entonces la médico tocó la taza con dos dedos, asegurándose de que estaba caliente. Lo estaba. Mejor aguardar a que se enfriara un poco, la kunoichi no albergaba deseo alguno de escaldarse la lengua.
Akame continuó hablando, tocando temas mucho más oscuros, dolorosos y de los que la pelivioleta no quería hablar. La fémina detectó cierto deje de sospecha, lo que la llevó a tensarse un poco, casi imperceptible. «Primero el genjutsu y ahora esto... ¿por qué...?», se lamentó.
Se aclaró la voz, mas su tono continuó mostrándose débil.
—Mi padre me ha maltratado desde que era pequeña. También paró de trabajar, así que tuve que ser yo la que traía el dinero a casa —explicó, indeseosa de revelar más detalles de los que fuera necesario—. Al final murió, como ya sabes. Cirrosis hepática, se pasaba todo el día bebiendo.
Fue entonces que le dirigió una mirada furtiva, de reojo, a la jarra de cerveza.