3/06/2018, 18:22
Aunque no lo admitiría jamás, Akame sintió un cosquilleo de satisfacción cuando su alumna probó la comida y admitió que el sabor era bueno; la sensación se vio acrecentada cuando agregó que lo mismo aplicaba al té. El Uchiha, sobrio —de personalidad— como era, sentía un cierto gozo en que otras personas compartiesen sus gustos, aficiones y demás. También cuando mostraba a otra persona algo que a él le parecía bueno, y ésta era capaz de apreciarlo. Eso era lo que le sucedía con el humilde bar-terraza de Uma-san, que no era el mejor del Remolino ni mucho menos... Pero era su bar.
—Bueno, últimamente si que vengo bastante, la verdad. En Verano se está muy bien en la terraza, hasta aquí llega todavía la fresca brisa de las corrientes del mar —respondió el jōnin, y entonces advirtió que su alumna le dirigía otra mirada turbia a la cerveza. «Ahí está otra vez. ¿La estoy incomodando con mi bebida? Hum, ¿tendrá algo que ver con lo de su viejo...?»
Por un momento estuvo tentado de volver a indagar sobre aquel tema, pero entonces la poca empatía que había en él le dio un toque de atención; ya había dado suficiente caña a Karma por el resto del día. En lugar de ello, se concentró en terminar su plato en silencio.
—Tienes razón —dijo de repente—. Sobre la comida precocinada, digo. La verdad es que normalmente suelo comer bastantes fideos del supermercado, ensaladas envasadas y cosas así. No se me da muy bien la cocina, para qué te voy a mentir... —admitió con una sonrisa torcida—. Además, no tengo demasiado tiempo libre. Y el que encuentro, lo paso leyendo novelas y manga.
—Bueno, últimamente si que vengo bastante, la verdad. En Verano se está muy bien en la terraza, hasta aquí llega todavía la fresca brisa de las corrientes del mar —respondió el jōnin, y entonces advirtió que su alumna le dirigía otra mirada turbia a la cerveza. «Ahí está otra vez. ¿La estoy incomodando con mi bebida? Hum, ¿tendrá algo que ver con lo de su viejo...?»
Por un momento estuvo tentado de volver a indagar sobre aquel tema, pero entonces la poca empatía que había en él le dio un toque de atención; ya había dado suficiente caña a Karma por el resto del día. En lugar de ello, se concentró en terminar su plato en silencio.
—Tienes razón —dijo de repente—. Sobre la comida precocinada, digo. La verdad es que normalmente suelo comer bastantes fideos del supermercado, ensaladas envasadas y cosas así. No se me da muy bien la cocina, para qué te voy a mentir... —admitió con una sonrisa torcida—. Además, no tengo demasiado tiempo libre. Y el que encuentro, lo paso leyendo novelas y manga.