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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#10
La sonrisa de Yui se hizo más amplia todavía que la de Kaido. La mujer se dio la vuelta y clavó sus ojos azules en los de su aspirante de discípulo. Complacida, rio con una fuerte carcajada.

—Tienes dos huevos como dos melones, Kaido —dijo—. Me gustas. Ahora bien. Tu lealtad no puede estar condicionada a quien te entrene o no. Es muy simple:

»Ahora vas a ir y vas a matar a aquellos que quieren aprovecharse de ti. Si te buscas otro maestro, y descubres que quiere utilizarte, ¿por qué coño vas a tener que dejarte utilizar? No, Kaido, tú eres un depredador, no una oveja. Tú eres un tiburón.

»Los tiburones son más bien solitarios. Estoy seguro de que encontrarás la manera de aprender por tu propia cuenta, de hacerte fuerte. Y si no, siempre puedes pedirle ayuda a alguno de tus compañeros. ¿No conoces a ningún Hozuki más que pueda echarte una mano en tu promoción? Somos muchos...

La mujer dio la vuelta a la mesa y se plantó delante de él. Cerca. Muy cerca. Se agachó y acercó tanto su cara que sus narices hicieron contacto.

—No obstante, valoro tu gallardía, amigo —dijo—. Te propongo una cosa. Crece. Hazte fuerte. Demuéstrame lealtad. Y cuando llegue la hora, tendremos un combate.

Se separó de él y se sentó, juguetona, encima de la mesa. Dejó escapar una risilla y balanceó las piernas.

—Demuestra ser un rival digno, y te enseñaré una de mis más letales técnicas.
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Mensajes en este tema
RE: Entre el deber y la traición - por Amekoro Yui - 5/06/2018, 11:22


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