10/06/2018, 20:11
Cuando Kaido llegó al puerto, vio un gran cúmulo de gente frente al barco. Extranjeros, pueblerinos… todos habían ido allí a degustar la famosa comida del restaurante Baratie. Y todos se habían encontrado con la sorpresa de que estaba cerrado. En la fiesta más importante del año en aquel pueblo, y el barco cerraba sus velas.
Había gente confusa. Incrédula. Indignada. Gente que tenía reservada mesa desde hacía semanas y exigía explicaciones. Tan solo había un hombre para darlas: Yoku Reon. Con un moretón en un ojo y los ojos enrojecidos, como si hubiese estado llorando.
Cuando el Tiburón logró colarse entre los peces, y Yoku Reon le vio, le hizo un ademán para que se acercase y le dio un empujón para que entrase. Cosa que caldeó el ambiente y provocó una nueva oleada de silbidos.
Subido al barco y adentrándose en el comedor, el amejin vio varias mesas y cubiertos desperdigados por el suelo. Shenfu Kano se servía un chupito —a saber si el primero— y se lo tomaba de un golpe. Su mujer lloraba desconsolada sentada en un rincón, con una hoja arrugada entre sus manos. Entonces le vio, y pese a que le costó reaccionar, se acercó a él a grandes zancadas.
¡Plaf! Una bofetada en la cara.
—¿¡Dónde estabas!? ¿Eres ninja, no? —Parecía que, en algún punto de su ausencia, Jitsuna había descubierto su tapadera—. ¿¡Por qué no estabas aquí!? ¿¡Por qué!?
—¡Jitsuna, cariño! —Shenfu Kano al rescate. Se acercó a zancadas todavía más grandes—. ¡Déjalo estar! ¡Gritando y peleando no solucionaremos nada! —Sus palabras parecieron calar en la esposa, que por un momento reculó. Shenfu se plantó frente a Kaido.
»¡HIJO DE PUTA! —su puño, más parecido a una maza, buscó romper la barbilla de Kaido—. ¡Te contraté para una cosa! ¡SOLA UNA! ¡¿Y sabes qué ha pasado mientras tú te rascabas las bolas?! ¿¡SABES QUÉ!?
Había gente confusa. Incrédula. Indignada. Gente que tenía reservada mesa desde hacía semanas y exigía explicaciones. Tan solo había un hombre para darlas: Yoku Reon. Con un moretón en un ojo y los ojos enrojecidos, como si hubiese estado llorando.
Cuando el Tiburón logró colarse entre los peces, y Yoku Reon le vio, le hizo un ademán para que se acercase y le dio un empujón para que entrase. Cosa que caldeó el ambiente y provocó una nueva oleada de silbidos.
Subido al barco y adentrándose en el comedor, el amejin vio varias mesas y cubiertos desperdigados por el suelo. Shenfu Kano se servía un chupito —a saber si el primero— y se lo tomaba de un golpe. Su mujer lloraba desconsolada sentada en un rincón, con una hoja arrugada entre sus manos. Entonces le vio, y pese a que le costó reaccionar, se acercó a él a grandes zancadas.
¡Plaf! Una bofetada en la cara.
—¿¡Dónde estabas!? ¿Eres ninja, no? —Parecía que, en algún punto de su ausencia, Jitsuna había descubierto su tapadera—. ¿¡Por qué no estabas aquí!? ¿¡Por qué!?
—¡Jitsuna, cariño! —Shenfu Kano al rescate. Se acercó a zancadas todavía más grandes—. ¡Déjalo estar! ¡Gritando y peleando no solucionaremos nada! —Sus palabras parecieron calar en la esposa, que por un momento reculó. Shenfu se plantó frente a Kaido.
»¡HIJO DE PUTA! —su puño, más parecido a una maza, buscó romper la barbilla de Kaido—. ¡Te contraté para una cosa! ¡SOLA UNA! ¡¿Y sabes qué ha pasado mientras tú te rascabas las bolas?! ¿¡SABES QUÉ!?