11/06/2018, 00:10
La mirada de Shenfu Kano seguía a duras penas las indicaciones que Kaido le iba haciendo sobre el mapa. La de Yoku Reon, más consciente, pero también más temerosa.
—Entonces… ¿Solo es un hombre? ¿Tan peligroso es? —preguntó Reon—. Si es solo uno, podrías…
—¡De los soplones nos encargamos nosotros! —exclamó Shenfu, súbitamente decidido, dando un puñetazo sobre la mesa. Yoku Reon le miró de manera alarmada. No parecía tan convencido—. ¡Y luego a por Koe! Jitsuna, espéranos en casa de tu madre…
—Voy con vosotros.
—¡Jitsuna! ¡Es demasiado peligroso! ¡Ya has oído a Kaido!
—¿Pretendes que me quede sin hacer nada mientras nuestra sobrina está en peligro? —preguntó con la voz tan afilada como el filo de un acero.
—¡K-kaido! —exclamó. Sin argumentos de peso que se le viniesen a la mente, acudió a su único posible aliado—. ¡Díselo tú, hombre!
—Entonces… ¿Solo es un hombre? ¿Tan peligroso es? —preguntó Reon—. Si es solo uno, podrías…
—¡De los soplones nos encargamos nosotros! —exclamó Shenfu, súbitamente decidido, dando un puñetazo sobre la mesa. Yoku Reon le miró de manera alarmada. No parecía tan convencido—. ¡Y luego a por Koe! Jitsuna, espéranos en casa de tu madre…
—Voy con vosotros.
—¡Jitsuna! ¡Es demasiado peligroso! ¡Ya has oído a Kaido!
—¿Pretendes que me quede sin hacer nada mientras nuestra sobrina está en peligro? —preguntó con la voz tan afilada como el filo de un acero.
—¡K-kaido! —exclamó. Sin argumentos de peso que se le viniesen a la mente, acudió a su único posible aliado—. ¡Díselo tú, hombre!