7/09/2015, 18:11
Siguió con atención la reacción de aquel enano pendenciero pseudo amante de la naturaleza, esperando cualquier contestación menos la que recibió. Cuando Ichiro soltó aquel injustificado bramido bestial, Tantei entre cerró los ojos, levantó las cejas y echó la cabeza un poco hacia atrás. "Interesante, parece que el capitán paz y tranquilidad tiene su lado colérico". Nada que le gustara más.
Esperó tranquilo y recibió el segundo descargo sin responder. Cuando el peliblanco se volteó se quedó en el lugar pensando, meditabundo, asintiendo con la cabeza y rascándose la barbilla. ¿Como si hubiera encontrado una solución a todo aquel embrollo? No, no era eso. ¿Como si acabara de aceptar un error? No, tampoco. Entonces tal vez, y solo tal vez, ¿como si intentara convencerse de que lo que haría a continuación era adecuado a pesar de que muy adentro suyo sabía que esa era, de hecho, la única decisión no acertada?
Sí, eso era.
Antes de que el desconocido terminara su recorrido, y mientras aún le daba la espalda, Tantei se agachó y tomó una pequeña piedrita. La miró un poco, asintió para sí mismo, seguro de que era la adecuada, y se la lanzó con sutil picardía al otro muchacho. La piedra surcó los cielos describiendo una parábola y fue a terminar justo en su cabeza.
—Ups... se me cayó.
Esperó tranquilo y recibió el segundo descargo sin responder. Cuando el peliblanco se volteó se quedó en el lugar pensando, meditabundo, asintiendo con la cabeza y rascándose la barbilla. ¿Como si hubiera encontrado una solución a todo aquel embrollo? No, no era eso. ¿Como si acabara de aceptar un error? No, tampoco. Entonces tal vez, y solo tal vez, ¿como si intentara convencerse de que lo que haría a continuación era adecuado a pesar de que muy adentro suyo sabía que esa era, de hecho, la única decisión no acertada?
Sí, eso era.
Antes de que el desconocido terminara su recorrido, y mientras aún le daba la espalda, Tantei se agachó y tomó una pequeña piedrita. La miró un poco, asintió para sí mismo, seguro de que era la adecuada, y se la lanzó con sutil picardía al otro muchacho. La piedra surcó los cielos describiendo una parábola y fue a terminar justo en su cabeza.
—Ups... se me cayó.