17/06/2018, 02:20
—Hace tiempo que estoy por encima de la ley —dijo, y súbitamente, inició su propia retaliación.
Lo que pudo percibir el gyojin fue el movimiento inicial. La arrancada que le llevó un segundo después a dar dos pasos, acortando probablemente un metro de distancia. Luego, su mano invocando los vendavales de Fūjin; que recorrieron a una velocidad envidiable los pocos metros que le separaba de su infractor en forma de cuchilla.
Para Kaido, sin embargo, tan sólo existió una respuesta lógica y a su vez, parecía ser la más sencilla. Un sello de carnero, y la vista puesta en el carromato contiguo.
¡Flush! aquella onda cortante de viento le rebanó en dos partes, poco después de que la explosión del intercambio dejara entrever que no era él el que había sido cortado, sino una de las cajas que parecían querer transportar con el caballo. Y la caja, por otro lado, tenía una elegante sorpresa pendiendo entre la madera resquebrajada.
Era un kunai, que al caer al suelo; estalló en una fugaz aunque potente luz incandescente.
El Kaido real, que ahora parecía circunvalar el área del carruaje, aguardó protegido al momento exacto para aprovechar la ventaja estratégica al escupir una bala de agua comprimida que buscaría impactar en su oponente.
Lo que pudo percibir el gyojin fue el movimiento inicial. La arrancada que le llevó un segundo después a dar dos pasos, acortando probablemente un metro de distancia. Luego, su mano invocando los vendavales de Fūjin; que recorrieron a una velocidad envidiable los pocos metros que le separaba de su infractor en forma de cuchilla.
Para Kaido, sin embargo, tan sólo existió una respuesta lógica y a su vez, parecía ser la más sencilla. Un sello de carnero, y la vista puesta en el carromato contiguo.
¡Flush! aquella onda cortante de viento le rebanó en dos partes, poco después de que la explosión del intercambio dejara entrever que no era él el que había sido cortado, sino una de las cajas que parecían querer transportar con el caballo. Y la caja, por otro lado, tenía una elegante sorpresa pendiendo entre la madera resquebrajada.
Era un kunai, que al caer al suelo; estalló en una fugaz aunque potente luz incandescente.
El Kaido real, que ahora parecía circunvalar el área del carruaje, aguardó protegido al momento exacto para aprovechar la ventaja estratégica al escupir una bala de agua comprimida que buscaría impactar en su oponente.