17/06/2018, 03:59
Contra todo pronóstico, su bala de cañón no encajó en su oponente, quien había logrado evitar el fogonazo de su treta. Katame consiguió obtener sí los segundos necesarios con los que esquivar su técnica elemental, y además; posicionarse en la vanguardia para realizar su impiadoso contraataque, con aquel filoso apéndice deslizándose en un arco mortal.
Sabiéndose incapaz de evitar la caricia de la muerte, se arrojó cual suicida al abrazo del shinigami.
Sólo que ... aquella uchigatana había elegido al ninja incorrecto para cercenar. Porque él, Umikiba Kaido, era un Hōzuki. Y un Hōzuki que pereciera víctima del filo de una espada no merecía serlo.
Una súbita explosión de agua se suscitó en aquel instante, donde la parte superior del cuerpo de Kaido, ahora independiente del torso para abajo, transmutaba a un torbellino de agua que no daría tiempo a Katame de reaccionar, pues las mareas de Ame no kami que empapaban todo a su alrededor terminaron por abrazarle el rostro, cerrándolo en una burbuja sin oxígeno. Cual pulpo, los brazos de Kaido se envolvieron alrededor del dragón con su pequeño hilacho de agua que le unía a la trampa mortal que intentaba ahogar a oponente.
Ahora sus manos jugaban al ventajismo, como quien se aprovecha de una mujer; tratando de luchar con sus heridas a la misma vez que mantenía el agua en su cauce. Y sus mandíbulas le atizaban la mordida de un tiburón blanco en la cercanía de su garganta, hincando cada uno de sus dientes afilados en la pútrida carne del dragón, esperando arrancarle un pedazo en el proceso.
Sabiéndose incapaz de evitar la caricia de la muerte, se arrojó cual suicida al abrazo del shinigami.
Sólo que ... aquella uchigatana había elegido al ninja incorrecto para cercenar. Porque él, Umikiba Kaido, era un Hōzuki. Y un Hōzuki que pereciera víctima del filo de una espada no merecía serlo.
¡Splufsh!
Una súbita explosión de agua se suscitó en aquel instante, donde la parte superior del cuerpo de Kaido, ahora independiente del torso para abajo, transmutaba a un torbellino de agua que no daría tiempo a Katame de reaccionar, pues las mareas de Ame no kami que empapaban todo a su alrededor terminaron por abrazarle el rostro, cerrándolo en una burbuja sin oxígeno. Cual pulpo, los brazos de Kaido se envolvieron alrededor del dragón con su pequeño hilacho de agua que le unía a la trampa mortal que intentaba ahogar a oponente.
Ahora sus manos jugaban al ventajismo, como quien se aprovecha de una mujer; tratando de luchar con sus heridas a la misma vez que mantenía el agua en su cauce. Y sus mandíbulas le atizaban la mordida de un tiburón blanco en la cercanía de su garganta, hincando cada uno de sus dientes afilados en la pútrida carne del dragón, esperando arrancarle un pedazo en el proceso.