22/06/2018, 14:47
Karma casi suspiró de alivio cuando contempló a Akame asentir con gesto aprobatorio. El moreno hizo gala de su habitual actitud seca, pero afirmó que la kunoichi había dado en el clavo y remató el asunto con sus propias consideraciones personales, que la joven absorbió y archivó con presteza, asintiendo.
—Hay que caminar en dirección oeste, tardaremos unas dos horas —afirmó, para entonces apuntillar—, si es que no nos perdemos, claro.
Se recostó sobre la silla y miró al techo, pero no tardó en devolver sus orbes dorados a Akame.
—¿Quieres que vayamos ahora?
—Hay que caminar en dirección oeste, tardaremos unas dos horas —afirmó, para entonces apuntillar—, si es que no nos perdemos, claro.
Se recostó sobre la silla y miró al techo, pero no tardó en devolver sus orbes dorados a Akame.
—¿Quieres que vayamos ahora?