9/09/2015, 10:15
Llevaba ya unos meses graduado como gennin, y ya tenía sobre mis hombros el peso de la responsabilidad que aquello suponía, tratando de adaptarme a mi joven equipo lo mejor que podía, y sobre todo, tratando de soportar las exentricidades de mis compañeros, que no eran pocas.
"Locos de atar en pocas palabras"
Pero si me había planteado cambiar el mundo a mejor, sería un más que loable primer paso, tratar de cambiar la visión del mundo de mis compañeros, aunque sabía que se trataría de una misión muy difícil y extrema. Fuere lo que fuere, necesitaría pedir fuerzas y algo más, a los tres grandes Hokages de la historia reciente. Quería llevar a cabo una particular peregrinación hacía el Valle del Fin, por lo que me levanté temprano una buena mañana, con la idea de desaparecer unos días para poner mi mente en orden.
"¿Podré mostrarles algún día, el camino correcto?"
Era realmente temprano, todavía mi abuelo no se había marchado a su negocio, estaba en nuestro pequeño salón leyendo algo, únicamente en compañía de una pequeña lampara de aceite para alumbrarse. "Perfecto, así podré decirle que me ausentaré unos días"
-Abuelo...
-Dime Yoshi... Respondió sin apartar la mirada de aquel pergamino.
-Me marcho unos días a visitar el Valle del Fin ahora que tengo oportunidad, ¿De acuerdo?
-Claro hombre. Dijo al fin, mirándome a la cara. -No te preocupes, gracias por avisar.
-De nada abuelo. Bueno, pues hasta dentro de unos días.
-Que te vaya bien, y que tengas buen viaje.
-Gracias abuelo, nos vemos.
Una vez con todo preparado para iniciar el viaje, me dirigí hacía mi destino sin demorarme. El buen tiempo acompañaba y gracias a la época del año, en el que había más luz que oscuridad, más que un viaje, resulto ser un agradable paseo. El lugar era emblemático, por lo que encontrar el lugar no tenía perdida, estaba indicado a la perfección, es más, había un camino que llevaba hasta allá directamente. Al final, sin darme cuenta, ya tenía delante de mí, las tres grandes estatuas, seguí hasta llegar a la orilla del lago, fijándome por un instante en el antinatural caudal que según la historia que también conocía, se formó cuando se llevó a cabo una misteriosa técnica que acabó con los temibles bijuu.
Sin perder más tiempo, apoyé las rodillas sobre el suelo y lance una plegaría a los tres grandes Hokages. -Uzumaki Shiomaru, Koichi Riona y Sumizu Kouta...concédanme para cada problema una solución, por cada lucha una victoria, fortaleza para combatir el desaliento, y por cada necesidad una bendición...
Quedé en silencio, como si esperara oír alguna respuesta de aquellas imponentes estatuas, cerré los ojos, intentando relajarme con el sonido del ir y venir del agua. Quedándome en aquella posición con la convicción de que me encontraba completamente solo.
"Locos de atar en pocas palabras"
Pero si me había planteado cambiar el mundo a mejor, sería un más que loable primer paso, tratar de cambiar la visión del mundo de mis compañeros, aunque sabía que se trataría de una misión muy difícil y extrema. Fuere lo que fuere, necesitaría pedir fuerzas y algo más, a los tres grandes Hokages de la historia reciente. Quería llevar a cabo una particular peregrinación hacía el Valle del Fin, por lo que me levanté temprano una buena mañana, con la idea de desaparecer unos días para poner mi mente en orden.
"¿Podré mostrarles algún día, el camino correcto?"
Era realmente temprano, todavía mi abuelo no se había marchado a su negocio, estaba en nuestro pequeño salón leyendo algo, únicamente en compañía de una pequeña lampara de aceite para alumbrarse. "Perfecto, así podré decirle que me ausentaré unos días"
-Abuelo...
-Dime Yoshi... Respondió sin apartar la mirada de aquel pergamino.
-Me marcho unos días a visitar el Valle del Fin ahora que tengo oportunidad, ¿De acuerdo?
-Claro hombre. Dijo al fin, mirándome a la cara. -No te preocupes, gracias por avisar.
-De nada abuelo. Bueno, pues hasta dentro de unos días.
-Que te vaya bien, y que tengas buen viaje.
-Gracias abuelo, nos vemos.
Una vez con todo preparado para iniciar el viaje, me dirigí hacía mi destino sin demorarme. El buen tiempo acompañaba y gracias a la época del año, en el que había más luz que oscuridad, más que un viaje, resulto ser un agradable paseo. El lugar era emblemático, por lo que encontrar el lugar no tenía perdida, estaba indicado a la perfección, es más, había un camino que llevaba hasta allá directamente. Al final, sin darme cuenta, ya tenía delante de mí, las tres grandes estatuas, seguí hasta llegar a la orilla del lago, fijándome por un instante en el antinatural caudal que según la historia que también conocía, se formó cuando se llevó a cabo una misteriosa técnica que acabó con los temibles bijuu.
Sin perder más tiempo, apoyé las rodillas sobre el suelo y lance una plegaría a los tres grandes Hokages. -Uzumaki Shiomaru, Koichi Riona y Sumizu Kouta...concédanme para cada problema una solución, por cada lucha una victoria, fortaleza para combatir el desaliento, y por cada necesidad una bendición...
Quedé en silencio, como si esperara oír alguna respuesta de aquellas imponentes estatuas, cerré los ojos, intentando relajarme con el sonido del ir y venir del agua. Quedándome en aquella posición con la convicción de que me encontraba completamente solo.