30/06/2018, 01:47
La muchacha tomó un frasco de su kit y se aplicó una buena ración de ungüento blanquecino por la zona afectada. Acto seguido la vendó y calzó la sandalia de vuelta. Guardó el primer frasco para sacar otro, lleno hasta las trancas de unas esferas, más pequeñas que canicas, de color amarronado. Se tomó una de estas. Era un simple analgésico, algo que ayudaría a enmascarar el dolor.
Tendría que bastar por el momento. Se levantó.
Karma lo guardó todo y puso su kit médico en orden. No se le pasó por alto que el Inuzuka parecía haber hablado solo, ¿o es que se dirigía a ella? Insegura, guardó silencio, mirándolo por el rabillo del ojo con una pequeña chispa de desconfianza. «Al menos no tiene nada que ver con esto. Espero», pensó, sus ojos fijos sobre el kanji y el gesto torcido.
"Vida". ¿Qué quería decir? ¿Era una ironía? ¿Una negra mofa en referencia a la atrocidad cometida en ese lugar? ¿O escondía un significado más profundo?
Los minutos se arrastraron como babosas.
Cinco.
Diez.
Quince.
Veinte.
Treinta.
Finalmente Mitsunari volvió a aparecer en el apartamento, cruzando el umbral a zancada limpia. Su respiración estaba agitada. Raudo como el viento se plantó frente a su superior y le confió algo en voz baja. Hidetaka asintió con energía.
—Muy bien, ve a patrullar con los otros —Mitsunari le reverenció y desapareció como había venido.
El capitán se aproximó a los tres ninjas, los brazos cruzados y la mirada seria.
—Mis hombres han hablado con varios testigos que aseguran haber estado en la zona en el momento del accidente. Señorita —se dirigió a Karma—, han confirmado que el cadáver se te cayó encima y nadie te vio entrar ni salir de este edificio antes del incidente. Respecto a ti, muchacho —miró a Etsu y al otro Etsu, es decir, a Akane. La transformación del can no engendraba sorpresa en el hombre—, algunos de los que huían recuerdan haberte visto. Eres... fácil de reconocer, y el perro también llama la atención. Parece ser que estabas lejos de la zona cuando ocurrió todo.
»Ninguno de los dos tenéis cortadas de acero, precisamente... pero no hay ningún indicio de que tengáis algo que ver con este asunto más que estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
—Eso es un eufenismo... —remarcó Karma, que lo había sufrido todo de primera mano—. No te di las gracias por ayudarme antes... —dijo, oteando a Etsu, tan recatada como avergonzada. Le dedicó una rígida reverencia al genin—. Muchas gracias.
No quería recordar ese momento de pesadilla en el que había comprendido que tenía un cadáver encima, mas le resultó imposible.
—En definitiva —continuó Hidetaka—. Sois libres. Nosotros tenemos un loco del que ocuparnos...
La fémina tomó aire. ¿Había reflexionado bien sobre lo que estaba a punto de decir? ¿Estaba completamente segura de que era buena idea? No, por supuesto que no.
Pero se dejó llevar por lo que tenía en el pecho.
—Disculpe... —le dijo al militar—. Podría... ¿podría participar en la investigación? Soy una ninja médica. Podría practicarle una autopsia al cadáver, entre otras cosas.
Su tono era sumiso, como de costumbre, pero sus ojos brillaban. La curiosidad del "cómo", "cuándo" y "por qué" de ese asesinato la consumían. Además, el responsable había lanzado a su víctima sobre ella.
Intencionado o no... deseaba hacerle pagar.
Tendría que bastar por el momento. Se levantó.
Karma lo guardó todo y puso su kit médico en orden. No se le pasó por alto que el Inuzuka parecía haber hablado solo, ¿o es que se dirigía a ella? Insegura, guardó silencio, mirándolo por el rabillo del ojo con una pequeña chispa de desconfianza. «Al menos no tiene nada que ver con esto. Espero», pensó, sus ojos fijos sobre el kanji y el gesto torcido.
"Vida". ¿Qué quería decir? ¿Era una ironía? ¿Una negra mofa en referencia a la atrocidad cometida en ese lugar? ¿O escondía un significado más profundo?
Los minutos se arrastraron como babosas.
Cinco.
Diez.
Quince.
Veinte.
Treinta.
Finalmente Mitsunari volvió a aparecer en el apartamento, cruzando el umbral a zancada limpia. Su respiración estaba agitada. Raudo como el viento se plantó frente a su superior y le confió algo en voz baja. Hidetaka asintió con energía.
—Muy bien, ve a patrullar con los otros —Mitsunari le reverenció y desapareció como había venido.
El capitán se aproximó a los tres ninjas, los brazos cruzados y la mirada seria.
—Mis hombres han hablado con varios testigos que aseguran haber estado en la zona en el momento del accidente. Señorita —se dirigió a Karma—, han confirmado que el cadáver se te cayó encima y nadie te vio entrar ni salir de este edificio antes del incidente. Respecto a ti, muchacho —miró a Etsu y al otro Etsu, es decir, a Akane. La transformación del can no engendraba sorpresa en el hombre—, algunos de los que huían recuerdan haberte visto. Eres... fácil de reconocer, y el perro también llama la atención. Parece ser que estabas lejos de la zona cuando ocurrió todo.
»Ninguno de los dos tenéis cortadas de acero, precisamente... pero no hay ningún indicio de que tengáis algo que ver con este asunto más que estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
—Eso es un eufenismo... —remarcó Karma, que lo había sufrido todo de primera mano—. No te di las gracias por ayudarme antes... —dijo, oteando a Etsu, tan recatada como avergonzada. Le dedicó una rígida reverencia al genin—. Muchas gracias.
No quería recordar ese momento de pesadilla en el que había comprendido que tenía un cadáver encima, mas le resultó imposible.
—En definitiva —continuó Hidetaka—. Sois libres. Nosotros tenemos un loco del que ocuparnos...
La fémina tomó aire. ¿Había reflexionado bien sobre lo que estaba a punto de decir? ¿Estaba completamente segura de que era buena idea? No, por supuesto que no.
Pero se dejó llevar por lo que tenía en el pecho.
—Disculpe... —le dijo al militar—. Podría... ¿podría participar en la investigación? Soy una ninja médica. Podría practicarle una autopsia al cadáver, entre otras cosas.
Su tono era sumiso, como de costumbre, pero sus ojos brillaban. La curiosidad del "cómo", "cuándo" y "por qué" de ese asesinato la consumían. Además, el responsable había lanzado a su víctima sobre ella.
Intencionado o no... deseaba hacerle pagar.