1/07/2018, 20:05
Katame empezaba a odiar a aquel muchacho. Y mucho. Cuando al fin descendió a la cubierta, observó la bandana anudada en su frente. Era de Amegakure.
—Kaido de Amegakure —dijo, y dejó que aquel nombre se grabase a sangre y fuego en su cerebro—. Estás muerto. —No era una amenaza. Simplemente le estaba informando—. Ninjas más grandes y más fuertes han osado enfrentarse a Dragón Rojo, ¡y están todos en el cementerio! —soltó una carcajada arisca. Sin alegría—. Por mi espada o por la de un hermano, ¡tus días están contados!
Jabalí, perro, pájaro, mono, carnero. Se mordió el pulgar y estampó una mano en el suelo…
¡Pluff!
Un enorme buitre surgió tras una nube de humo. Era más alto que Kaido, y de ala a ala debía medir más de tres metros. Era un buitre extraño, con plumas en la cabeza —claras—. Sus alas, de plumaje grisáceo. Las del resto de su cuerpo, marrón claro, con algunas plumas rebeldes de color blanco o negro. Tenía el iris amarillo y la esclerótica roja.
—¿¡Sabes cómo llaman a este buitre!? —rugió Katame, montado en lo alto del cuello de la ave—. ¡El Quebrantahuesos! ¡Pronto descubrirás por qué!
El buitre sacudió las alas con violencia mientras emitía sonidos agudos. Entonces, alzó el vuelo, y sus garras fueron directas a apresar el cuerpo del amejin.
—Kaido de Amegakure —dijo, y dejó que aquel nombre se grabase a sangre y fuego en su cerebro—. Estás muerto. —No era una amenaza. Simplemente le estaba informando—. Ninjas más grandes y más fuertes han osado enfrentarse a Dragón Rojo, ¡y están todos en el cementerio! —soltó una carcajada arisca. Sin alegría—. Por mi espada o por la de un hermano, ¡tus días están contados!
Jabalí, perro, pájaro, mono, carnero. Se mordió el pulgar y estampó una mano en el suelo…
¡Pluff!
Un enorme buitre surgió tras una nube de humo. Era más alto que Kaido, y de ala a ala debía medir más de tres metros. Era un buitre extraño, con plumas en la cabeza —claras—. Sus alas, de plumaje grisáceo. Las del resto de su cuerpo, marrón claro, con algunas plumas rebeldes de color blanco o negro. Tenía el iris amarillo y la esclerótica roja.
—¿¡Sabes cómo llaman a este buitre!? —rugió Katame, montado en lo alto del cuello de la ave—. ¡El Quebrantahuesos! ¡Pronto descubrirás por qué!
El buitre sacudió las alas con violencia mientras emitía sonidos agudos. Entonces, alzó el vuelo, y sus garras fueron directas a apresar el cuerpo del amejin.