6/07/2018, 22:40
Una nube de humo. Un buitre volando en círculos todavía más pequeños, sobre la gran humareda que se había creado. Katame, a unos diez metros de ella, avanzando hacia ella con pasos lentos pero seguros. En su mano, la Enviudadora, como gustaba llamar a su katana.
—¡Sé lo que intentas, Kaido! —rugió—. ¡Pero no funcionará! ¡Huye de vuelta al mar mientras estés a tiempo!
Tic, tac. Tic, tac. El reloj del Destino daba la hora. La hora de poner punto y final a aquello. La hora de sentenciar una disputa que ya se había alargado demasiado.
—¡Sé lo que intentas, Kaido! —rugió—. ¡Pero no funcionará! ¡Huye de vuelta al mar mientras estés a tiempo!
Tic, tac. Tic, tac. El reloj del Destino daba la hora. La hora de poner punto y final a aquello. La hora de sentenciar una disputa que ya se había alargado demasiado.