10/07/2018, 01:20
Finalmente, el cadáver cayó inerte. Tan sólo quedó un remanente de humo ahogado, un olor a carne chamuscada, y él; el escualo, tratando de recuperar la respiración. Su bunshin se mezcló con el agua remanente y Kaido cayó tendido en el suelo con el rostro apacible, y sus ojos viendo a la nada.
Por primera vez en toda la noche pudo escuchar las olas golpear el casco del barco. Entonces cerró los ojos y descansó. Se lo merecía.
Fue un aparcamiento complicado. Baratie se llevaría un buen raspón en el lado derecho de su cubierta al impactar con los muelles de Taikarune. Se había encargado de arrojar el cadáver de Katame al mar, acompañado del omoide, aunque no podría disimular los daños que había recibido la hija de Kano durante su batalla.
Sus pies tocaron los tablones de madera y se arrastraron cual caracol. Hasta que su voluntad —más que su energía, que era ínfima— finalmente se agotó. El amejin cayó al suelo, perdiendo la conciencia.
Por primera vez en toda la noche pudo escuchar las olas golpear el casco del barco. Entonces cerró los ojos y descansó. Se lo merecía.
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Fue un aparcamiento complicado. Baratie se llevaría un buen raspón en el lado derecho de su cubierta al impactar con los muelles de Taikarune. Se había encargado de arrojar el cadáver de Katame al mar, acompañado del omoide, aunque no podría disimular los daños que había recibido la hija de Kano durante su batalla.
Sus pies tocaron los tablones de madera y se arrastraron cual caracol. Hasta que su voluntad —más que su energía, que era ínfima— finalmente se agotó. El amejin cayó al suelo, perdiendo la conciencia.