10/07/2018, 02:33
Shenfu Kano se quitó unos lagrimones con el dorso de la mano. Sí, el gran cocinero de Baratie también se emocionaba.
—¡Bien, bien! ¡Estuvo aquí toda la mañana, esperando a que despertases! ¡Quería agradecerte personalmente que la salvases, Kaido! ¡Y mi esposa también! ¡Y Yoku Reon! ¡Todos están bien! Salvo…
—También te devolví a tu hija sana y salva. Aunque con algunos moretones. ¿Te lo dije o no te lo dije?
La papada de Kano bailó de un lado a otro como un flan gelatinoso.
—¡Me temo que fueron algo más que unos moratones! —Quizá Kaido hubiese pensado que tan solo le había dado un ligero golpecillo al llegar al puerto, más cerca como estaba de la inconsciencia que de la clarividencia. Pero lo cierto era que aquel raspón había sido algo más gordo—. ¡Atracaste con demasiada velocidad! ¡Abriste un boquete en el casco y casi se inunda! ¡Tuvimos que juntarnos veinte hombres para achicar agua durante toda la noche para salvarla, hasta que conseguimos hacerle un apaño! ¡Y no me hagas hablar del muelle! ¡Me voy a dejar los ahorros en su reparación! —se lamentó, perdiendo el poco color que tenía en las mejillas—. ¡Pero lo importante es que estés bien! —se obligó a decir.
—¡Bien, bien! ¡Estuvo aquí toda la mañana, esperando a que despertases! ¡Quería agradecerte personalmente que la salvases, Kaido! ¡Y mi esposa también! ¡Y Yoku Reon! ¡Todos están bien! Salvo…
—También te devolví a tu hija sana y salva. Aunque con algunos moretones. ¿Te lo dije o no te lo dije?
La papada de Kano bailó de un lado a otro como un flan gelatinoso.
—¡Me temo que fueron algo más que unos moratones! —Quizá Kaido hubiese pensado que tan solo le había dado un ligero golpecillo al llegar al puerto, más cerca como estaba de la inconsciencia que de la clarividencia. Pero lo cierto era que aquel raspón había sido algo más gordo—. ¡Atracaste con demasiada velocidad! ¡Abriste un boquete en el casco y casi se inunda! ¡Tuvimos que juntarnos veinte hombres para achicar agua durante toda la noche para salvarla, hasta que conseguimos hacerle un apaño! ¡Y no me hagas hablar del muelle! ¡Me voy a dejar los ahorros en su reparación! —se lamentó, perdiendo el poco color que tenía en las mejillas—. ¡Pero lo importante es que estés bien! —se obligó a decir.