12/07/2018, 02:22
Yuki Yuko le miró con aquellos ojos azules que tanto le definían, tan claros que rozaban el blanco del frío hielo, y que tanto destacaban sobre su tez morena. ¿O era Yuki Yuji? Con aquellos dos gemelos —que se turnaban la secretaría de forma totalmente caótica y desorganizada— nunca se sabía.
Si bien el día que había pedido la misión Yuko estaba alicaído, aquel mañana parecía todo lo contrario. Sonreía sin motivo alguno, y se le notaba eléctrico, feliz. Los músculos de su brazo se contorsionaron como gruesas raíces al tomar el pergamino, y sus ojos comprobaron rápidamente la firma, comparándola con la que el cliente había dejado al solicitar la misión.
No sería el primero que intentaba colársela...
… ni el último en acabar en el fondo del lago por ello.
Positivo.
—¡Enhorabuena! ¡Aquí tienes tu recompensa! —exclamó, pasándole un sobre con mil ryos en su interior—. ¿Alguna incidencia? —preguntó por cortesía.
Si bien el día que había pedido la misión Yuko estaba alicaído, aquel mañana parecía todo lo contrario. Sonreía sin motivo alguno, y se le notaba eléctrico, feliz. Los músculos de su brazo se contorsionaron como gruesas raíces al tomar el pergamino, y sus ojos comprobaron rápidamente la firma, comparándola con la que el cliente había dejado al solicitar la misión.
No sería el primero que intentaba colársela...
… ni el último en acabar en el fondo del lago por ello.
Positivo.
—¡Enhorabuena! ¡Aquí tienes tu recompensa! —exclamó, pasándole un sobre con mil ryos en su interior—. ¿Alguna incidencia? —preguntó por cortesía.