13/07/2018, 01:35
(Última modificación: 13/07/2018, 01:38 por Umikiba Kaido.)
Tres días más tarde…
El portón metálico se abrió de par en par, causando estruendo en todo el edificio. Del otro lado apareció Kaido con cara de pocos amigos.
Miró al tipo, de arriba abajo.
—¿Sí?
—¡Umikiba Kaido! —exclamó—. ¡Se requiere de su presencia en el Edificio de la Arashikage!
El gyojin alzó una ceja. Primero, porque trataba de ponerle un nombre a aquel rostro. O quizás no al rostro, sino al ímpetu con el que transmitía el mensaje. Había escuchado antes de alguien así, hecho para los mensajes. Se chupó los dientes y vaciló antes de decir nada.
—Vale —fue todo lo que contestó, cerrando la puerta tras darse la espalda.
Tenía que vestirse. Y mientras lo hacía, también tenía que preguntarse: ¿Qué cojones querían ahora? ¿Acaso pensaban darle otra misión apenas tres días después del martirio de Taikarune? ¡Pero cómo iba a ser, joder!
Pero por mucho que se quejase entre los muros de su hogar, no iba a decirle que no. No a ella.
. . .
Se encontraba de nuevo frente a la recepción, buscando a alguno de los Yuki. ¿Serían ellos los que se ocupaban ese día, o era otro?
—Me dijeron que me buscabais.