14/07/2018, 23:35
Ayame no recibió ninguna respuesta, verbal ni gestual. El examinador simplemente comenzó a entrelazar las manos en una larga secuencia de sellos y la muchacha no pudo hacer otra cosa que ponerse en tensión, sin saber qué debía esperar. Entonces alargó la mano hacia ella, la apoyó sobre su cabeza tuvo que ahogar una exclamación de angustia cuando la oscuridad la envolvió.
Afortunadamente, no duró mucho.
Corría. Corría a toda velocidad a través de un sendero de tierra que atravesaba el corazón de un bosque. El sol se alzaba en lo alto, más allá de las copas de los árboles, pero sabía sin duda que aún tenía varias horas antes de que se pusiera. No se miró, pero también sabía que, además de su ropaje usual, llevaba un chaleco de mayor rango. El mismo chaleco por el que estaba luchando. De hecho, no estaba sola. Cerca de ella, siguiendo su estela, la seguían tres jóvenes genin.
¿Era aquello una simulación de misión como kunoichi de rango medio?
Sí. Sí lo era. La información llegaba hasta su cerebro como una auténtica cascada y se instalaba en su cerebro, tan real como el desayuno que había tomado aquella misma mañana. Estaban persiguiendo a un ninja que se había exiliado hacía un par de meses. Ya se habían encontrado con él antes, pero, aunque herido había conseguido escapar antes de que lograran atraparlo. Además ahora estaban en desventaja. Habían entrado en su terreno.
Y no sólo eso. Ayame sabía que había sospechas de que existiera un topo entre los tres genin que la seguían, pero la posibilidad de detenerse con interrogatorios quedaba completamente descartada. No tenían tiempo que perder, y sólo serviría para minar la confianza del grupo.
—Oh, no... —masculló para sí.
Frente a ella, el camino se bifurcaba en dos totalmente opuestos. Hasta el momento habían estado siguiendo el rastro del exiliado, pero ahora se encontraban con que esas huellas se replicaban en ambos caminos.
Ayame chasqueó la lengua con fastidio. No le hacía ninguna gracia. Su única ayuda eran tres genin que apenas acababan de salir de la academia, dividirlos y mandarlos hacia el exiliado sería condenarlos a morir. Además, estaba el asunto del topo infiltrado...
¿Qué habría hecho Kōri en aquella situación? ¡Ay, si tan sólo pudiera dividirse en dos y acompañar a ambos grupos! Desafortunadamente, aún no dominaba la replicación de sombras... Y ni siquiera contaban con dos comunicadores...
No tenía otra alternativa...
—Vosotros dos vais a ir por la derecha —les indicó al chico y a la chica morenos, señalando el camino de la izquierda—. Sólo quiero que comprobéis si ha ido por ese camino, nada de temeridades ni mucho menos enfrentaros a él. No puede detectaros, permaneced siempre escondidos. Si confirmáis su presencia que uno de los dos regrese para contármelo mientras que el otro le sigue en la distancia. Nosotros dos iremos por el camino de la izquierda —añadió, dirigiéndose al rubio.
Afortunadamente, no duró mucho.
Corría. Corría a toda velocidad a través de un sendero de tierra que atravesaba el corazón de un bosque. El sol se alzaba en lo alto, más allá de las copas de los árboles, pero sabía sin duda que aún tenía varias horas antes de que se pusiera. No se miró, pero también sabía que, además de su ropaje usual, llevaba un chaleco de mayor rango. El mismo chaleco por el que estaba luchando. De hecho, no estaba sola. Cerca de ella, siguiendo su estela, la seguían tres jóvenes genin.
¿Era aquello una simulación de misión como kunoichi de rango medio?
Sí. Sí lo era. La información llegaba hasta su cerebro como una auténtica cascada y se instalaba en su cerebro, tan real como el desayuno que había tomado aquella misma mañana. Estaban persiguiendo a un ninja que se había exiliado hacía un par de meses. Ya se habían encontrado con él antes, pero, aunque herido había conseguido escapar antes de que lograran atraparlo. Además ahora estaban en desventaja. Habían entrado en su terreno.
Y no sólo eso. Ayame sabía que había sospechas de que existiera un topo entre los tres genin que la seguían, pero la posibilidad de detenerse con interrogatorios quedaba completamente descartada. No tenían tiempo que perder, y sólo serviría para minar la confianza del grupo.
—Oh, no... —masculló para sí.
Frente a ella, el camino se bifurcaba en dos totalmente opuestos. Hasta el momento habían estado siguiendo el rastro del exiliado, pero ahora se encontraban con que esas huellas se replicaban en ambos caminos.
Ayame chasqueó la lengua con fastidio. No le hacía ninguna gracia. Su única ayuda eran tres genin que apenas acababan de salir de la academia, dividirlos y mandarlos hacia el exiliado sería condenarlos a morir. Además, estaba el asunto del topo infiltrado...
¿Qué habría hecho Kōri en aquella situación? ¡Ay, si tan sólo pudiera dividirse en dos y acompañar a ambos grupos! Desafortunadamente, aún no dominaba la replicación de sombras... Y ni siquiera contaban con dos comunicadores...
No tenía otra alternativa...
—Vosotros dos vais a ir por la derecha —les indicó al chico y a la chica morenos, señalando el camino de la izquierda—. Sólo quiero que comprobéis si ha ido por ese camino, nada de temeridades ni mucho menos enfrentaros a él. No puede detectaros, permaneced siempre escondidos. Si confirmáis su presencia que uno de los dos regrese para contármelo mientras que el otro le sigue en la distancia. Nosotros dos iremos por el camino de la izquierda —añadió, dirigiéndose al rubio.