15/07/2018, 19:19
La sonrisa del hombre apareció en su rostro, y, por una vez, Juro no se sintió inquieto. Sus palabras de aliento le habrían animado, pero estaba demasiado nervioso con la idea de entrar en una ilusión.
Realizó una cadena de sellos y le puso una mano en el hombro. De pronto, el chocolate que le asustaba había perdido importancia.
Descubrió que ya nada la tenía. La luz se oscureció y todo pareció desaparecer.
Juro corría a toda velocidad por un camino desconocido. Era un camino de tierra, rodeado por un bosque. No supo dónde se encontraba, pero sentía la urgencia de avanzar.
Pronto, se percató de chaleco que llevaba y de su placa. No había que ser un genio para saber. Se le identificaba con el rango de chunin. Corría, y tras él, había tres que le seguían. Eran Genin a su cargo. Dos chicos, uno rubio y otro pelinegro, y una chica pelinegra. Aún quedaban varias horas de sol, y estaban en mitad de una persecución.
Su cerebro le dio más información. Perseguían a un chunin (al menos, cuando dejó la villa, hace unos meses, lo era) exiliado. Habían tenido un encontronazo con él, pero había podido huir con solamente heridas leves (podía escapar perfectamente). Para colmo, su conocimiento del terreno era superior al suyo, ya que estaban en el lugar que hacía de su escondite.
Uno de sus Genin era un traidor. Estaba casi seguro. No sabía quién, y si lo hacía por su propia voluntad o no, pero no podía manifestarlo en voz alta y alertar a los otros dos.
« Debería observarlo con precaución hasta saber cuál es. Sería lo más… »
Sin embargo, la situación, ya desfavorable de por sí, le dio un revés en la cara. Ante ellos, se alzaba una marcada bifurcación de camino.
Había huellas del exiliado al que perseguían. Las huellas estaban en ambas direcciones.
« Probablemente uso un Kage Bunshin. Quizá otra técnica similar. O igual es una simple distracción » — reflexionó. Solo seguían a uno, eso era verdad. Pero… ¿Qué le garantizaba que no había mandado un clon?
Solo uno había tomado el sendero correcto. Y tenían que tomar una decisión rápida.
Los Genin se pararon, esperando a que Juro tomara una decisión. Él tenía que actuar. Él era el Chunin. Tendría que enfrentarse a esa clase de situaciones si quería tomar el mando. Una gota de sudor frío le recorrió la espalda.
¿Qué hacer?
« No puedo utilizar Kage Bunshin. No tenemos comunicadores » — Lo segundo no era del todo su culpa, puesto que sus Genin carecían de ese equipo, pero para lo primero no tenía excusa.
No conocía las habilidades de sus Genin. Por lo que él supiera, podrían estar recién salidos de la academia. Y uno de ellos podría traicionarlos. ¿Qué pasaba si les dejaba solos y se lo encontraban? ¿Qué harían entonces? ¿Y si el traidor se aliaba con él y dejaba en jaque a los otros Genin por no estar él?
La inseguridad empezó a atenazarle.
« Tienes. Que. Tomar. Una. Decisión. YA » — Veía muchos escenarios posibles, pero lamentablemente, no tenía mucho margen de maniobra.
Suspiró, y se dirigió a los Genin.
— Yo iré por el camino de la izquierda, y vosotros tres por el de la derecha — les dijo, para luego añadir, rápidamente —. Vuestra prioridad será averiguar si el enemigo ha ido por esa dirección. Tenéis prohibido realizar contacto con el exiliado y mucho menos iniciar una pelea. No os debe detectar. En caso de que encontréis su rastro, uno de vosotros tendrá que regresar y volver a este lugar, que será nuestro punto de encuentro. Los otros dos lo seguirán y tratarán de ver cual es su escondite. Si la misión se complica o hay problemas, deberéis regresar y no correr riesgos — les advirtió Juro —. Si no encontráis ningún rastro del exiliado, debéis regresar a este punto antes de que el sol se vaya, para reencontrarnos.
Juro aún tenía una preocupación. Les tendió tres frascos a los genin, con un gesto para que se dieran prisa en cogerlos. El veneno picadura de mosquito a la chica, el mordisco de serpiente al chico rubio, y el veneno común al chico pelinegro. Por unos segundos dudó, puesto que sabía que había un posible traidor, y estaría dándole armas a él también. Pero comprendió que, al igual que podía usar el veneno contra sus compañeros, también podía apuñalarles por la espalda con el kunai. Darle el veneno no cambiaría nada.
— Son venenos. No lo matarán, pero podéis causar una distracción para escapar si le atináis con esto. No los respiréis o probéis con vosotros mismos. Usadlos solo en caso de que os tienda una emboscada u os detecte, para poder escapar al punto de encuentro — Juro apretó los puños, no había otra — Vamos, no hay tiempo que perder.
Realizó una cadena de sellos y le puso una mano en el hombro. De pronto, el chocolate que le asustaba había perdido importancia.
Descubrió que ya nada la tenía. La luz se oscureció y todo pareció desaparecer.
…
Juro corría a toda velocidad por un camino desconocido. Era un camino de tierra, rodeado por un bosque. No supo dónde se encontraba, pero sentía la urgencia de avanzar.
Pronto, se percató de chaleco que llevaba y de su placa. No había que ser un genio para saber. Se le identificaba con el rango de chunin. Corría, y tras él, había tres que le seguían. Eran Genin a su cargo. Dos chicos, uno rubio y otro pelinegro, y una chica pelinegra. Aún quedaban varias horas de sol, y estaban en mitad de una persecución.
Su cerebro le dio más información. Perseguían a un chunin (al menos, cuando dejó la villa, hace unos meses, lo era) exiliado. Habían tenido un encontronazo con él, pero había podido huir con solamente heridas leves (podía escapar perfectamente). Para colmo, su conocimiento del terreno era superior al suyo, ya que estaban en el lugar que hacía de su escondite.
Uno de sus Genin era un traidor. Estaba casi seguro. No sabía quién, y si lo hacía por su propia voluntad o no, pero no podía manifestarlo en voz alta y alertar a los otros dos.
« Debería observarlo con precaución hasta saber cuál es. Sería lo más… »
Sin embargo, la situación, ya desfavorable de por sí, le dio un revés en la cara. Ante ellos, se alzaba una marcada bifurcación de camino.
Había huellas del exiliado al que perseguían. Las huellas estaban en ambas direcciones.
« Probablemente uso un Kage Bunshin. Quizá otra técnica similar. O igual es una simple distracción » — reflexionó. Solo seguían a uno, eso era verdad. Pero… ¿Qué le garantizaba que no había mandado un clon?
Solo uno había tomado el sendero correcto. Y tenían que tomar una decisión rápida.
Los Genin se pararon, esperando a que Juro tomara una decisión. Él tenía que actuar. Él era el Chunin. Tendría que enfrentarse a esa clase de situaciones si quería tomar el mando. Una gota de sudor frío le recorrió la espalda.
¿Qué hacer?
« No puedo utilizar Kage Bunshin. No tenemos comunicadores » — Lo segundo no era del todo su culpa, puesto que sus Genin carecían de ese equipo, pero para lo primero no tenía excusa.
No conocía las habilidades de sus Genin. Por lo que él supiera, podrían estar recién salidos de la academia. Y uno de ellos podría traicionarlos. ¿Qué pasaba si les dejaba solos y se lo encontraban? ¿Qué harían entonces? ¿Y si el traidor se aliaba con él y dejaba en jaque a los otros Genin por no estar él?
La inseguridad empezó a atenazarle.
« Tienes. Que. Tomar. Una. Decisión. YA » — Veía muchos escenarios posibles, pero lamentablemente, no tenía mucho margen de maniobra.
Suspiró, y se dirigió a los Genin.
— Yo iré por el camino de la izquierda, y vosotros tres por el de la derecha — les dijo, para luego añadir, rápidamente —. Vuestra prioridad será averiguar si el enemigo ha ido por esa dirección. Tenéis prohibido realizar contacto con el exiliado y mucho menos iniciar una pelea. No os debe detectar. En caso de que encontréis su rastro, uno de vosotros tendrá que regresar y volver a este lugar, que será nuestro punto de encuentro. Los otros dos lo seguirán y tratarán de ver cual es su escondite. Si la misión se complica o hay problemas, deberéis regresar y no correr riesgos — les advirtió Juro —. Si no encontráis ningún rastro del exiliado, debéis regresar a este punto antes de que el sol se vaya, para reencontrarnos.
Juro aún tenía una preocupación. Les tendió tres frascos a los genin, con un gesto para que se dieran prisa en cogerlos. El veneno picadura de mosquito a la chica, el mordisco de serpiente al chico rubio, y el veneno común al chico pelinegro. Por unos segundos dudó, puesto que sabía que había un posible traidor, y estaría dándole armas a él también. Pero comprendió que, al igual que podía usar el veneno contra sus compañeros, también podía apuñalarles por la espalda con el kunai. Darle el veneno no cambiaría nada.
— Son venenos. No lo matarán, pero podéis causar una distracción para escapar si le atináis con esto. No los respiréis o probéis con vosotros mismos. Usadlos solo en caso de que os tienda una emboscada u os detecte, para poder escapar al punto de encuentro — Juro apretó los puños, no había otra — Vamos, no hay tiempo que perder.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60