16/07/2018, 17:59
La pareja de ninjas siguió los pasos del Kage Bunshin que tan valientemente había dado su existencia por asistirles —tampoco es que hubiese tenido otra opción, pues aquel era el sólo y final propósito de la misma—, recorriendo aquella vieja senda ya en desuso e internándose más aun en las profundidades del bosque.
Un rato más tarde, Akame reconocería sin lugar a dudas el paisaje; el pequeño riachuelo, la poco concurrida ribera y los árboles de alrededor. Era como si ya hubiese estado allí —en cierto modo, así era—, de forma que no titubeó al anunciarle a su alumna que habían descubierto el arroyo al que hacía referencia la leyenda.
—Pues este es el Bierbe —en su voz se podía notar cierta decepción—. La verdad es que no puedo decir que sea un río fuera de lo normal. Más bien parece bastante... Mierdecilla. Como río, quiero decir —se encogió de hombros—. Ciertamente, esperaba de un arroyo con poderes milagrosos que luciese un poco más... Milagroso.
El jōnin se acercó al riachuelo con pasos dubitativos. Se agachó y rozó las aguas del caudal con la punta de los dedos.
—Se supone que ahora hemos de meditar, ¿no? Para... "Limpiar todos nuestros miedos".
En ese momento pensó en qué era lo que más miedo le daba a él en este mundo... Y en su mente vislumbró, como un recuerdo fugaz, el rostro de una mujer de ojos amielados y pelo negro como la noche.
Un rato más tarde, Akame reconocería sin lugar a dudas el paisaje; el pequeño riachuelo, la poco concurrida ribera y los árboles de alrededor. Era como si ya hubiese estado allí —en cierto modo, así era—, de forma que no titubeó al anunciarle a su alumna que habían descubierto el arroyo al que hacía referencia la leyenda.
—Pues este es el Bierbe —en su voz se podía notar cierta decepción—. La verdad es que no puedo decir que sea un río fuera de lo normal. Más bien parece bastante... Mierdecilla. Como río, quiero decir —se encogió de hombros—. Ciertamente, esperaba de un arroyo con poderes milagrosos que luciese un poco más... Milagroso.
El jōnin se acercó al riachuelo con pasos dubitativos. Se agachó y rozó las aguas del caudal con la punta de los dedos.
—Se supone que ahora hemos de meditar, ¿no? Para... "Limpiar todos nuestros miedos".
En ese momento pensó en qué era lo que más miedo le daba a él en este mundo... Y en su mente vislumbró, como un recuerdo fugaz, el rostro de una mujer de ojos amielados y pelo negro como la noche.