27/07/2018, 04:28
La ilusión, de pronto, pareció romperse tras la toma de decisiones. La imagen de los dos equipos yéndose por ambos caminos se diluyó hasta convertirse en una sala blanquecina donde él, Kaido, yacía sentado en una silla con reposa brazos. La habitación era blanca y no tenía ninguna salida aparente por donde algún claustrofóbico pudiera escapar.
Frente a él yacía escrita en rojo: Justifica tu respuesta.
El escualo tuvo que parpadear un par de veces y recomponerse ante aquellos cambios tan súbito que tan bien le sacaban de quicio. Y sólo entonces comprendió cuál iba a ser la tangente de aquella prueba, donde las decisiones tomadas ahora tenían que ser debidamente justificadas. Por lo tanto, equivocarse en la decisión final era técnicamente reprobar.
Entendiendo la situación, tuvo que recriminarse su respuesta. Quizás hubiera hecho algo diferente, aunque menos ortodoxo. ¿Hubiera sido lo ideal?
Quién sabe. Ya no había vuelta atrás.
—La decisión fue la más sensata entre las opciones que tenía entre manos, teniendo en cuenta que el tiempo corría en contra nuestra y que cualquier posibilidad de elaborar algún plan más efectivo simplemente nos haría perderle el rastro. Así que el hecho de separarnos en dos equipos no sólo nos permitía sumergirnos en los dos caminos posibles y mantener así las probabilidades abiertas de dar con el exiliado, sino que cada cuál contaría con su respectivo comodín para ser la voz de advertencia al equipo equivocado, lo que en supone ser la parte más importante cuando el grupo debe separarse. El único problema con ésto es que la elección está fundamentada, lamentablemente, en una arbitrariedad que dejaba el cabo del traidor a la suerte. Podía estar conmigo, lo que hubiera sido ideal, o acompañando al otro genin, lo que también podría complicar un poco la situación, pero era un riesgo válido a tomar teniendo en cuenta la circunstancia y el objetivo de nuestra misión que no es sino atrapar al traidor.
Parpadeó un par de veces y asintió. Esa había sido toda su respuesta.
Frente a él yacía escrita en rojo: Justifica tu respuesta.
El escualo tuvo que parpadear un par de veces y recomponerse ante aquellos cambios tan súbito que tan bien le sacaban de quicio. Y sólo entonces comprendió cuál iba a ser la tangente de aquella prueba, donde las decisiones tomadas ahora tenían que ser debidamente justificadas. Por lo tanto, equivocarse en la decisión final era técnicamente reprobar.
Entendiendo la situación, tuvo que recriminarse su respuesta. Quizás hubiera hecho algo diferente, aunque menos ortodoxo. ¿Hubiera sido lo ideal?
Quién sabe. Ya no había vuelta atrás.
—La decisión fue la más sensata entre las opciones que tenía entre manos, teniendo en cuenta que el tiempo corría en contra nuestra y que cualquier posibilidad de elaborar algún plan más efectivo simplemente nos haría perderle el rastro. Así que el hecho de separarnos en dos equipos no sólo nos permitía sumergirnos en los dos caminos posibles y mantener así las probabilidades abiertas de dar con el exiliado, sino que cada cuál contaría con su respectivo comodín para ser la voz de advertencia al equipo equivocado, lo que en supone ser la parte más importante cuando el grupo debe separarse. El único problema con ésto es que la elección está fundamentada, lamentablemente, en una arbitrariedad que dejaba el cabo del traidor a la suerte. Podía estar conmigo, lo que hubiera sido ideal, o acompañando al otro genin, lo que también podría complicar un poco la situación, pero era un riesgo válido a tomar teniendo en cuenta la circunstancia y el objetivo de nuestra misión que no es sino atrapar al traidor.
Parpadeó un par de veces y asintió. Esa había sido toda su respuesta.