29/07/2018, 14:57
(Última modificación: 29/07/2018, 19:48 por Uzumaki Eri.)
Tras su intento desesperado de ganar algo de tiempo, el jefe sonrió, miró a su compañero y... La sierra se activó, haciendo lo que habían prometido hacer si no recibían una buena respuesta. Eri quiso chillar justo cuando todo se congeló, y se quedó allí, congelada, sin poder replicar, ni llorar, ni chillar, solo contemplar como la sangre que había en aquella arma goteaba sin cesar en medio de la pierna casi cortada de la muchacha.
Se quiso repetir a sí misma que todo era una ilusión, pero acababa de fallar a una chiquilla en una técnica ilusoria... ¿Y si aquello también ocurría en la realidad? Había fallado esa parte y por ello había dañado a una chica que probablemente no sabía nada, no como ella, que conocía perfectamente los nombres de no solo un jinchuuriki, si no los dos que habitaban en Uzushiogakure.
La sangre tocó sus rodillas y justo después volvió de nuevo a la estancia blanca donde había justificado su primera respuesta. Volvió a leer aquellas palabras en la pared, con un hilo de sangre que caía de ellas y que comenzaba a inundar la estancia, justo entonces un olor profundo se coló en sus fosas nasales: sangre.
Todo aquello era sangre.
Se sintió asqueada con el examinador, se cabreó consigo misma por no haber salvado a la ilusión, y todavía quedaba hablar sobre su decisión.
Se miró las manos, y, sin separar la vista de ellas, habló:
—Mi deber como ninja de Uzushiogakure es no revelar ninguna información que pueda afectar a mi villa, aunque esté en peligro mi propia vida —recitó, con voz neutra —. Pero sabía que si decía que no sabía nada acabarían cortando ambas piernas a la joven, así que solo me quedaba mentir para ganar algo de tiempo.
»Pero no sabía cómo hacerlo, solo quería salvarla a ella, por lo que me eché la culpa a mí, a lo mejor si decía que yo era la jinchuuriki, me tomarían a mí como foco de sus ataques, no ella.
Bajó las manos y cerró los ojos, intentando no oler.
—Decidí mentir por proteger mi villa, y echarme la culpa para salvar a una residente de la misma, poniendo a Uzushiogakure y a sus habitantes por delante de mi vida.
Concluyó.
Se quiso repetir a sí misma que todo era una ilusión, pero acababa de fallar a una chiquilla en una técnica ilusoria... ¿Y si aquello también ocurría en la realidad? Había fallado esa parte y por ello había dañado a una chica que probablemente no sabía nada, no como ella, que conocía perfectamente los nombres de no solo un jinchuuriki, si no los dos que habitaban en Uzushiogakure.
La sangre tocó sus rodillas y justo después volvió de nuevo a la estancia blanca donde había justificado su primera respuesta. Volvió a leer aquellas palabras en la pared, con un hilo de sangre que caía de ellas y que comenzaba a inundar la estancia, justo entonces un olor profundo se coló en sus fosas nasales: sangre.
Todo aquello era sangre.
Se sintió asqueada con el examinador, se cabreó consigo misma por no haber salvado a la ilusión, y todavía quedaba hablar sobre su decisión.
Se miró las manos, y, sin separar la vista de ellas, habló:
—Mi deber como ninja de Uzushiogakure es no revelar ninguna información que pueda afectar a mi villa, aunque esté en peligro mi propia vida —recitó, con voz neutra —. Pero sabía que si decía que no sabía nada acabarían cortando ambas piernas a la joven, así que solo me quedaba mentir para ganar algo de tiempo.
»Pero no sabía cómo hacerlo, solo quería salvarla a ella, por lo que me eché la culpa a mí, a lo mejor si decía que yo era la jinchuuriki, me tomarían a mí como foco de sus ataques, no ella.
Bajó las manos y cerró los ojos, intentando no oler.
—Decidí mentir por proteger mi villa, y echarme la culpa para salvar a una residente de la misma, poniendo a Uzushiogakure y a sus habitantes por delante de mi vida.
Concluyó.