11/09/2015, 22:45
El albino había quedado ensimismado hasta el punto que no vio a su compañero de equipo al otro lado de la calle. Su mente divagaba de un lado a otro, mientras que su cuerpo se hallaba parado sobre la puerta de su casa. En un momento dado, su vista se abalanzó en un objeto que pasó a toda mecha por su lado. Fuego, humo, y carne pasaron a su vera como un tren de alta velocidad, casi imposible de seguir con la vista.
«¿Qué coño ha sido eso...?»
Su mente volvió rápidamente a la realidad, y se clavó en aquel ovni. Lamentablemente para la presa de aquel lanzamiento, su cuerpo se convirtió en un puzle, y no de esos sencillitos... no. La sangre, el fuego, el humo, y la viga de madera clavada en el edificio fue casi lo único que quedó de la víctima. Una brazo se encontraba cerca de lo que parecía ser el cadáver.
Con la sonrisa aún persistente en su rostro, el chico volteó la cabeza, buscando avistar de donde había salido ese trozo de madera asesino. La respuesta era obvia, el equino con cara de pez asfixiándose. Cuando lo observó en ésta ocasión, cayó en cuenta de un importante hecho que ni había imaginado. Aquel monstruo de dimensiones tipo familiar tenía 5 colas. ¿Acaso era un bijuu? Cualquiera que supiese lo más mínimo de historia sabía de ellos, y el Senju no era menos.
—¿En serio? ...— Rechistó ante el simpático rostro del destino.
El susodicho llegó a posar su vista en el encapuchado albino. Las vistas se confrontaron, y su sonrisa se diezmó en mil pedazos. Sintió todo el odio, la ira irrevocable, y el miedo... todos éstos sentimientos le apuñalaron de manera trapera, haciéndole perder hasta el aliento.
El Senju clavó una rodilla en la tierra, y se llevó la diestra al pecho mientras luchaba por alcanzar a dar una bocanada de aire. Sus pulmones al fin respondieron, mas sus nervios florecían hasta el punto de hacerle temblar. Lo que había percibido en esa bestia no se asemejaba a lo que normalmente percibía de cualquier otra cosa, pero tampoco era algo de extrañar... ese bicho era de todo menos normal.
«Mas que ganas de destruir, lo que tienes miedo... ¿pero miedo a qué? ¿Qué diantres es capaz de asustar a un bijuu? Es ilógico... ¿Por qué? ¿Por qué tiene miedo una criatura capaz de arrasar esta aldea casi sin esfuerzo?»
Atento a otras cosas, el albino ni se percató de que su compañero de equipo había estado por la cercanía, y mucho menos del hecho de haberse fundido entre las rocas. En éstos momentos, no podía si no mirar con rabia a los ojos del animal deforme.
A su pesar, sabía que debía huir. Era algo evidente, no tenía nada que hacer contra ese bichejo, y mucho menos contra aquello capaz de asustar al diablo con colas.
Sin embargo, una endiablada idea se cruzó por la cabeza del chico de cabellera blanca. Se quitó con descaro la capucha, y aún con los ojos clavados en la bestia, sonrió de nuevo. Quitó del suelo su rodilla, y se reincorporó armado de un flujo de chakra verdaderamente notable. De su cuerpo un sin fin de burbujas negras comenzaron a brotar, haciendo poco a poco una gruesa capa de una sustancia color negro fúnebre. Quizás estaba cavando su propia tumba, pues con su acción quizás llegase a provocar un shock en la bestia, y terminase por atacarlo... o quizás saliese para bien, y la bestia saliese corriendo o algo similar.
Fuere como fuere, su cuerpo se recubrió en parte de la sustancia negra, y ésta se apoderaría de una apariencia similar a la de uno de los miedos mas grandes que jamás había percibido, el miedo de ése monstruo. Lejos de quedarse quieto, el albino no se limitó a provocar aún mas caos en ese infierno, buscaba con anhelo una salida. Sus orbes buscaban por dónde escapar en caso de emergencia... un callejón, una grieta en una fachada... lo que fuese bueno sería.
Llegado el momento, no titubearía en salir corriendo. Lo tenía mas claro que el agua. Aunque lamentablemente para el chico, quizás sus reflejos no eran capaces de competir a los de un demonio con cola... cosa a la que se pretendía arriesgar con tal de averiguar a qué le tenía miedo esa bestia.
—PV: 100
—CK: 128 - 12CK = 116
—Objetos:
* Ninguna AO *
«¿Qué coño ha sido eso...?»
Su mente volvió rápidamente a la realidad, y se clavó en aquel ovni. Lamentablemente para la presa de aquel lanzamiento, su cuerpo se convirtió en un puzle, y no de esos sencillitos... no. La sangre, el fuego, el humo, y la viga de madera clavada en el edificio fue casi lo único que quedó de la víctima. Una brazo se encontraba cerca de lo que parecía ser el cadáver.
Con la sonrisa aún persistente en su rostro, el chico volteó la cabeza, buscando avistar de donde había salido ese trozo de madera asesino. La respuesta era obvia, el equino con cara de pez asfixiándose. Cuando lo observó en ésta ocasión, cayó en cuenta de un importante hecho que ni había imaginado. Aquel monstruo de dimensiones tipo familiar tenía 5 colas. ¿Acaso era un bijuu? Cualquiera que supiese lo más mínimo de historia sabía de ellos, y el Senju no era menos.
—¿En serio? ...— Rechistó ante el simpático rostro del destino.
El susodicho llegó a posar su vista en el encapuchado albino. Las vistas se confrontaron, y su sonrisa se diezmó en mil pedazos. Sintió todo el odio, la ira irrevocable, y el miedo... todos éstos sentimientos le apuñalaron de manera trapera, haciéndole perder hasta el aliento.
El Senju clavó una rodilla en la tierra, y se llevó la diestra al pecho mientras luchaba por alcanzar a dar una bocanada de aire. Sus pulmones al fin respondieron, mas sus nervios florecían hasta el punto de hacerle temblar. Lo que había percibido en esa bestia no se asemejaba a lo que normalmente percibía de cualquier otra cosa, pero tampoco era algo de extrañar... ese bicho era de todo menos normal.
«Mas que ganas de destruir, lo que tienes miedo... ¿pero miedo a qué? ¿Qué diantres es capaz de asustar a un bijuu? Es ilógico... ¿Por qué? ¿Por qué tiene miedo una criatura capaz de arrasar esta aldea casi sin esfuerzo?»
Atento a otras cosas, el albino ni se percató de que su compañero de equipo había estado por la cercanía, y mucho menos del hecho de haberse fundido entre las rocas. En éstos momentos, no podía si no mirar con rabia a los ojos del animal deforme.
A su pesar, sabía que debía huir. Era algo evidente, no tenía nada que hacer contra ese bichejo, y mucho menos contra aquello capaz de asustar al diablo con colas.
Sin embargo, una endiablada idea se cruzó por la cabeza del chico de cabellera blanca. Se quitó con descaro la capucha, y aún con los ojos clavados en la bestia, sonrió de nuevo. Quitó del suelo su rodilla, y se reincorporó armado de un flujo de chakra verdaderamente notable. De su cuerpo un sin fin de burbujas negras comenzaron a brotar, haciendo poco a poco una gruesa capa de una sustancia color negro fúnebre. Quizás estaba cavando su propia tumba, pues con su acción quizás llegase a provocar un shock en la bestia, y terminase por atacarlo... o quizás saliese para bien, y la bestia saliese corriendo o algo similar.
Fuere como fuere, su cuerpo se recubrió en parte de la sustancia negra, y ésta se apoderaría de una apariencia similar a la de uno de los miedos mas grandes que jamás había percibido, el miedo de ése monstruo. Lejos de quedarse quieto, el albino no se limitó a provocar aún mas caos en ese infierno, buscaba con anhelo una salida. Sus orbes buscaban por dónde escapar en caso de emergencia... un callejón, una grieta en una fachada... lo que fuese bueno sería.
Llegado el momento, no titubearía en salir corriendo. Lo tenía mas claro que el agua. Aunque lamentablemente para el chico, quizás sus reflejos no eran capaces de competir a los de un demonio con cola... cosa a la que se pretendía arriesgar con tal de averiguar a qué le tenía miedo esa bestia.
Estado de Blame
—PV: 100
—CK: 128 - 12CK = 116
—Objetos:
- Bandana ninja [Cintura]
- Portaobjetos básico (4/10) [Pierna derecha]
- Kodachi (1) [Enfundada a la altura de los riñones]
- Hilo shinobi (1) [Portaobjetos]
- Shuriken (2) [Portaobjetos]
- Bomba de humo (1) [Portaobjetos]
- Mecanismo oculto de kunai (1) [Antebrazo derecho]
- Kunai (1) [Mecanismo oculto de kunai]
* Ninguna AO *