3/08/2018, 04:29
La respuesta a la primera disyuntiva del examen dio luz verde para que la ilusión mutara nuevamente. No creyó ni haber parpadeado cuando de pronto se encontró en el interior de una tienda móvil, o esa era la sensación que daban sus endebles paredes. Sabía a conciencia de que se trataba de una base enemiga, y de que él se encontraba cautivo en sus manos. Sendas esposas supresoras de chakra le impedían de liberarse de su atadura, y apenas vestía unos harapos mugrientos, también despojado de cualquier artilugio shinobi que pudiera echarle un cable en tan precaria situación.
Llegó un momento en el que creyó que aquello era el todo de esa segunda prueba. Que su objetivo sería definir el cómo poder escapar del cautiverio. Pero no podía estar más errado, desde luego.
Pasó poco tiempo para que dos personas hicieran acto en escena. Un hombre rubio de ojos verdes y líder del enemigo se adentró en la tienda. Junto a él, arrojado cual muñeco de trapo, otro ninja. Un compañero de aldea, para más inri.
Entonces se lo vio venir. Y el "jefe" se encargó de hacérselo saber también.
—Te pongo en antecedentes, éste dice que no sabe nada, así que le vamos a cortar una pierna. Total, son todo beneficios, nos aseguramos de que de verdad no sepa nada y ni te imaginas lo fácil que se vigila a un tullido. Y si sigue sin contestarnos, pues tiraremos a por la otra. Porque solo hay una cosa más fácil de vigilar que un tullido y es un doble tullido. Ahora que sois dos igual podéis echarle un pensamiento. Chicos, agarrad al tullido, digo, al genin. Perdón, me he adelantado.
Kaido tragó saliva, a la vez de que fruncía el ceño con más fuerza.
Otros dos matones se adentraron a la tienda y tomaron al genin, mientras el otro jugueteaba con una monstruosidad de arma. A su vez también relataba sobre las promesas y la lealtad que supuestamente tras la placa de chunin, y de las responsabilidades que asumía uno mientras estuviera a cargo de un inferior.
Pero entonces lanzó la única pregunta que quizás, en estos tiempos, podía quebrantar cualquier juramento. Donde la vida de muchos valía por sobre la de un crío, o la de su superior.
—¿Quien es el jinchuriki de vuestra villa? Un nombre y un apellido y nadie acabará saliendo por partes de aquí.
Sólo alguien sin escrúpulos respondería el acto. Kaido tenía algo, poco, pero tenía. Y se habrá debatido intensamente en si revelar aquella información —que muy a su pesar, sí la sabía— sería extremadamente perjudicial. Y para quienes. Entonces vio a su genin, y le sonrió. Se trató de una sonrisa que de tener alguna traducción, habría dicho muerte. Técnicamente habría querido decirle: abrázala, pues ésta es inevitable.
Entonces miró al líder.
—Vete a tomar por culo. — y se mordió la lengua con sus dientes de sierra. Ni con los métodos más mortales le iban a obligar a hablar, pues se había encargado de no tener cómo.
Llegó un momento en el que creyó que aquello era el todo de esa segunda prueba. Que su objetivo sería definir el cómo poder escapar del cautiverio. Pero no podía estar más errado, desde luego.
Pasó poco tiempo para que dos personas hicieran acto en escena. Un hombre rubio de ojos verdes y líder del enemigo se adentró en la tienda. Junto a él, arrojado cual muñeco de trapo, otro ninja. Un compañero de aldea, para más inri.
Entonces se lo vio venir. Y el "jefe" se encargó de hacérselo saber también.
—Te pongo en antecedentes, éste dice que no sabe nada, así que le vamos a cortar una pierna. Total, son todo beneficios, nos aseguramos de que de verdad no sepa nada y ni te imaginas lo fácil que se vigila a un tullido. Y si sigue sin contestarnos, pues tiraremos a por la otra. Porque solo hay una cosa más fácil de vigilar que un tullido y es un doble tullido. Ahora que sois dos igual podéis echarle un pensamiento. Chicos, agarrad al tullido, digo, al genin. Perdón, me he adelantado.
Kaido tragó saliva, a la vez de que fruncía el ceño con más fuerza.
Otros dos matones se adentraron a la tienda y tomaron al genin, mientras el otro jugueteaba con una monstruosidad de arma. A su vez también relataba sobre las promesas y la lealtad que supuestamente tras la placa de chunin, y de las responsabilidades que asumía uno mientras estuviera a cargo de un inferior.
Pero entonces lanzó la única pregunta que quizás, en estos tiempos, podía quebrantar cualquier juramento. Donde la vida de muchos valía por sobre la de un crío, o la de su superior.
—¿Quien es el jinchuriki de vuestra villa? Un nombre y un apellido y nadie acabará saliendo por partes de aquí.
Sólo alguien sin escrúpulos respondería el acto. Kaido tenía algo, poco, pero tenía. Y se habrá debatido intensamente en si revelar aquella información —que muy a su pesar, sí la sabía— sería extremadamente perjudicial. Y para quienes. Entonces vio a su genin, y le sonrió. Se trató de una sonrisa que de tener alguna traducción, habría dicho muerte. Técnicamente habría querido decirle: abrázala, pues ésta es inevitable.
Entonces miró al líder.
—Vete a tomar por culo. — y se mordió la lengua con sus dientes de sierra. Ni con los métodos más mortales le iban a obligar a hablar, pues se había encargado de no tener cómo.