3/08/2018, 23:18
Sus orbes verdáceos buscaron la cara del capitán de la guardia, acto reflejo cuando éste preguntó qué le había pasado. El hombre, curioso por la reacción del dúo Inuzuka, hasta dejó de buscar pistas por la estancia. No mucho mas lejos —pues la habitación no abundaba en metros habitables— la chica también paró su metódico y sofisticado modo de investigar. La chica quizás perdió la concentración con el teatro que había montado el rastas.
En realidad no podía culparla. Casi había sido espectadora de un único y singular truco de magia que poca gente conoce... ¿El truco? convertir un desayuno ingerido y sólido, en un charco de biscoso y aromatizado repertorio de trozos del mismo. No, la verdad que no hubiese sido una de las mejores escenas a observar, menos aún a dúo.
El chico tomó aire, y volvió a mirar la susodicha puerta. Se tomó algo de tiempo, y no precisamente para darle angustia a su interlocutor, mucho menos para dar intriga al asunto. Simplemente el chico necesitaba respirar un poco mas ese aire un poco menos viciado.
Alzó la mano, con un dedo realmente acusador buscando la mencionada puerta —lo que sea que haya ahí dentro... huele a mil demonios... —confesó a duras penas.
Sin querer, pues no algo que le agradase, recordar el olor le hizo volver a sentir una arcada que literalmente le quitó el aliento. Se llevó la mano a la boca, y terminó por sacar medio cuerpo por la ventana. Akane, fue menos valeroso, y tuvo que salir de la habitación directamente. No por nada, si no porque él no tenía tanta capacidad como Etsu para aguantar esa sensación.
No hace falta recalcar que Akane le dio un nuevo y colorido tono a la mitad de las escaleras. Llegado el punto, hasta perdió la apariencia humana...
En realidad no podía culparla. Casi había sido espectadora de un único y singular truco de magia que poca gente conoce... ¿El truco? convertir un desayuno ingerido y sólido, en un charco de biscoso y aromatizado repertorio de trozos del mismo. No, la verdad que no hubiese sido una de las mejores escenas a observar, menos aún a dúo.
El chico tomó aire, y volvió a mirar la susodicha puerta. Se tomó algo de tiempo, y no precisamente para darle angustia a su interlocutor, mucho menos para dar intriga al asunto. Simplemente el chico necesitaba respirar un poco mas ese aire un poco menos viciado.
Alzó la mano, con un dedo realmente acusador buscando la mencionada puerta —lo que sea que haya ahí dentro... huele a mil demonios... —confesó a duras penas.
Sin querer, pues no algo que le agradase, recordar el olor le hizo volver a sentir una arcada que literalmente le quitó el aliento. Se llevó la mano a la boca, y terminó por sacar medio cuerpo por la ventana. Akane, fue menos valeroso, y tuvo que salir de la habitación directamente. No por nada, si no porque él no tenía tanta capacidad como Etsu para aguantar esa sensación.
No hace falta recalcar que Akane le dio un nuevo y colorido tono a la mitad de las escaleras. Llegado el punto, hasta perdió la apariencia humana...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~