7/08/2018, 16:01
Todavía atribulado por el último episodio de las extrañas visiones —al que, al contrario que con los dos primeros, todavía no conseguía sacarle sentido—, Akame se levantó dando tumbos. Todavía le picaba la garganta y notaba un resquemor malsano, como si se le hubiesen subido los ácidos al gaznate en el paso previo a vomitar. Por suerte, no lo había hecho; luciría tremendamente poco profesional delante de su primera y única alumna.
El jōnin, no queriendo ceder a la incertidumbre que le acosaba, activó su Sharingan y dedicó los minutos siguientes a registrar la zona. Examinó la ribera del río en busca de posibles huellas, y también los árboles cercanos. Realmente esperaba encontrar alguna pista que pudiera llevarle hasta el autor de aquella broma pesada... Pero no la halló.
Fue después que se percató del precario estado de Karma.
—¿Karma-san? ¿Qué te ha pasado? —inquirió el muchacho.
El jōnin, no queriendo ceder a la incertidumbre que le acosaba, activó su Sharingan y dedicó los minutos siguientes a registrar la zona. Examinó la ribera del río en busca de posibles huellas, y también los árboles cercanos. Realmente esperaba encontrar alguna pista que pudiera llevarle hasta el autor de aquella broma pesada... Pero no la halló.
Fue después que se percató del precario estado de Karma.
—¿Karma-san? ¿Qué te ha pasado? —inquirió el muchacho.