15/08/2018, 18:35
—He terminado la autopsia —indicó de pronto la médica, que se había centrado en su trabajo.
Le dedicó una mirada dudosa a Etsu, que estaba vomitando con una forma y gesticulación espectacular. Entre él, el curioso capitán con el bote del abismo y el perro en las escaleras cubiertas por su desayuno, esa operación era un jolgorio carente del rigor militar que se esperaría de unos ninja como ellos o de un hombre del ejército como Hidetaka.
Pero incluso a pesar de ello darían con el cupable. O eso deseaba Karma.
—¿Y bien? —preguntó el hombre, ignorando al Inuzuka y su visceral "discurso".
—A decir verdad, no he descubierto nada inesperado —afirmó con neutralidad la joven tras quitarse los guantes manchados de sangre y dejarlos caer sobre el manto blanco, que también estaba pringado de líquido carmesí debido a las herramientas usadas—. Ha muerto recientemente, no hace más de tres horas, diría yo. La causa de la muerte es varias puñaladas al estómago con algo afilado, pero no creo que se tratara de un cuchillo convencional. La evisceración ocurrió después de la muerte, afortunadamente para él. Igualmente, no debió de ser agradable.
—¿A qué te refieres con que no crees que se tratara de un cuchillo convencional?
—¡Ah, lo siento! Me debería de haber explicado mejor —se disculpó de inmediato—. Es lo más digno de mención que he descubierto, pero seguía dándole vueltas. A juzgar por los puntos de entrada, debía de ser algo con filo, sí. Pero un filo bastante grueso; más grueso que tu típica espada, o kunai, etcétera. Luego utilizó la misma arma para abrirlo en canal, pero la grieta es irregular, lo cual denota que el arma solo tenía filo en la punta, no en los lados. Lo abrió a base de fuerza bruta.
»A decir verdad, la mayoría de puñaladas están separadas entre sí y diseminadas por todo el estómago; también son bastante profundas. Nuestro asesino es brutal. En lugar de apuñalar con precisión a un punto adecuado para matar a su víctima con eficiencia, lo ensartó sin parar y sin cuidado hasta matarlo. Como un animal con un ataque de frenesí. Quizás es un sádico, o tenía algo muy personal contra la víctima.
—Así que tenemos a un carnicero perturbado. Maravilloso —señaló el bote de pintura—. ¿Puedes hacer algo con esto?
La muchacha se aproximó con precaución y observó el contenido del recipiente. La peste le secó la garganta y necesitó toser.
—Ugh... no, me temo que con el poco equipamiento que tengo aquí no puedo analizar nada. Pero no hace falta que te diga que es vómito con pintura. La cuestión reside en a quién pertenece y qué hace ahí.
—Vale... pues voy a deshacerme de esto, o vamos a perder a nuestros dos compañeros.
El capitán tomó el bote de pintura, lo llevó de vuelta al baño, levantó la tapa y vertió su contenido en el inodoro. Tiró de la cadena y así las tuberías se tragaron la inhumana mezcla. Dejó el recipiente vacio en el suelo de la pequeña estancia y cerró la puerta tras de sí. Ahora el asunto del olor había mejorado considerablemente... aunque seguía oliendo mal.
Quienquiera que tuviera que limpiar ese desastre iba a necesitar mucha lejía...
Le dedicó una mirada dudosa a Etsu, que estaba vomitando con una forma y gesticulación espectacular. Entre él, el curioso capitán con el bote del abismo y el perro en las escaleras cubiertas por su desayuno, esa operación era un jolgorio carente del rigor militar que se esperaría de unos ninja como ellos o de un hombre del ejército como Hidetaka.
Pero incluso a pesar de ello darían con el cupable. O eso deseaba Karma.
—¿Y bien? —preguntó el hombre, ignorando al Inuzuka y su visceral "discurso".
—A decir verdad, no he descubierto nada inesperado —afirmó con neutralidad la joven tras quitarse los guantes manchados de sangre y dejarlos caer sobre el manto blanco, que también estaba pringado de líquido carmesí debido a las herramientas usadas—. Ha muerto recientemente, no hace más de tres horas, diría yo. La causa de la muerte es varias puñaladas al estómago con algo afilado, pero no creo que se tratara de un cuchillo convencional. La evisceración ocurrió después de la muerte, afortunadamente para él. Igualmente, no debió de ser agradable.
—¿A qué te refieres con que no crees que se tratara de un cuchillo convencional?
—¡Ah, lo siento! Me debería de haber explicado mejor —se disculpó de inmediato—. Es lo más digno de mención que he descubierto, pero seguía dándole vueltas. A juzgar por los puntos de entrada, debía de ser algo con filo, sí. Pero un filo bastante grueso; más grueso que tu típica espada, o kunai, etcétera. Luego utilizó la misma arma para abrirlo en canal, pero la grieta es irregular, lo cual denota que el arma solo tenía filo en la punta, no en los lados. Lo abrió a base de fuerza bruta.
»A decir verdad, la mayoría de puñaladas están separadas entre sí y diseminadas por todo el estómago; también son bastante profundas. Nuestro asesino es brutal. En lugar de apuñalar con precisión a un punto adecuado para matar a su víctima con eficiencia, lo ensartó sin parar y sin cuidado hasta matarlo. Como un animal con un ataque de frenesí. Quizás es un sádico, o tenía algo muy personal contra la víctima.
—Así que tenemos a un carnicero perturbado. Maravilloso —señaló el bote de pintura—. ¿Puedes hacer algo con esto?
La muchacha se aproximó con precaución y observó el contenido del recipiente. La peste le secó la garganta y necesitó toser.
—Ugh... no, me temo que con el poco equipamiento que tengo aquí no puedo analizar nada. Pero no hace falta que te diga que es vómito con pintura. La cuestión reside en a quién pertenece y qué hace ahí.
—Vale... pues voy a deshacerme de esto, o vamos a perder a nuestros dos compañeros.
El capitán tomó el bote de pintura, lo llevó de vuelta al baño, levantó la tapa y vertió su contenido en el inodoro. Tiró de la cadena y así las tuberías se tragaron la inhumana mezcla. Dejó el recipiente vacio en el suelo de la pequeña estancia y cerró la puerta tras de sí. Ahora el asunto del olor había mejorado considerablemente... aunque seguía oliendo mal.
Quienquiera que tuviera que limpiar ese desastre iba a necesitar mucha lejía...