29/08/2018, 14:18
Ceniza, Verano del año 218.
La noche ya había caído cuando Uchiha Akame dobló la esquina de la calle. La oscuridad nocturna se veía tan sólo mitigada por el resplandor titilante de las farolas que ejercían, dispuestas como guardias en hileras ordenadas a ambos lados de la calzada, de faros en aquella noche sin Luna.
«Mal presagio, dicen.»
El jōnin caminó con pasos silenciosos y tranquilos hasta aproximarse al gran edificio que se alzaba sobre el acerado del lado Oeste de la calle; la Academia de las Olas. Pese a que solía ser un lugar poco concurrido, con la celebración del Examen de Chuunin en la Aldea Oculta del Remolino, aquello había cambiado completamente. No sólo los estudiantes que residían allí estaban haciendo uso de la Academia, sino que los participantes de todas las Aldeas habían tomado allí sus dos primeras pruebas. Akame le dedicó una larga mirada cargada de nostalgia al edificio lectivo, y también a sus pistas de entrenamiento.
«Todo era tan fácil entonces...»
Y, sin embargo, no quedaba otra que enfrentarse a los nuevos tiempos. Unos mucho más confusos, peligrosos y violentos que su época de estudiante. Por eso mismo le había hecho llegar de forma anónima una carta a Inoue Keisuke, genin de la Lluvia, que simplemente rezaba...
Academia de las Olas, a medianoche. Estás en peligro.
Hacía un poco de calor incluso a aquellas horas —ya cercanas a la medianoche—, aunque la brisa marina refrescaba ligeramente el ambiente. Akame llevaba su típica indumentaria militar; pantalones ninja de color azul oscuro, botas altas negras, camiseta de manga larga y chaleco con la placa dorada de jōnin en el hombro derecho. En su frente, tan reluciente como siempre, su bandana de Uzushiogakure no Sato.
Incluso llevando su indumentaria militar, podían verse por los tímidos resquicios que dejaban sus prendas, que el joven Uchiha tenía todo el torso y parte de los brazos cubiertos de vendas. Su propia postura corporal no parecía tan relajada como era común en él, como si tuviera un centenar de agujas clavándose en su cuerpo por todas partes.