2/09/2018, 11:37
(Última modificación: 2/09/2018, 11:38 por Sasaki Reiji.)
—Parece que vas a tener que seguir practicando, no he matado a nadie ni nadie ha muerto por mi culpa.—
Había cierto momento en que la bolas de nieve se hacían tan grandes que no había forma de detenerlas. En mi caso, ese era el momento. Y en esas circunstancias solo existían dos opciones. La primera era dejarse atropellar por la bola de nieve y darse por vencido. La segunda opción era subirse en la bola de nieve, mantener el equilibrio, y esperar a que se estrellase contra otra cosa. Pero había que tomar una decisión, aunque realmente me importaba poco o nada lo que pensara aquel extraño de cuerpo sobrehumano.
—No sé que quieres averiguar, lo que sí sé es que no me vas a engañar con esto.—
— Realmente me importa poco o nada que me creas o no, ni siquiera sé si volveré a cruzarme contigo nunca mas, pero te voy a decir una cosa, no hace falta ser consciente de ello para que alguien muera por tus actos, una madre que muere por dar a luz a su hijo, el niño no tiene por que saber qué pasó si su padre no le cuenta nada, una chico que decidió no acompañar a su amigo a su casa, por que vivía en la otra dirección, nunca volvió a ver a su amigo, y sus padres le dijeron que se había ido a vivir lejos. Como esos, hay cientos de ejemplos. No se cual es tu caso, y puedes seguir viviendo creyendo que soy un mentiroso, la verdad es que no me importa nada. Yo no tengo ningún motivo para mentirte, ni siquiera te conozco.
Si, había decidido montarme en la bola de nieve y que se estampara contra otros. Es cierto que tenia riesgos, pues podías caerte de la gran bola de nieve y cuanto mas creciera antes de chocar, mas difícil seria manejarla. Pero vamos, que como le había dicho a el mismo en su cara, me creyera o no, me daba igual. Seguramente no le vería la cara nunca mas.
Había cierto momento en que la bolas de nieve se hacían tan grandes que no había forma de detenerlas. En mi caso, ese era el momento. Y en esas circunstancias solo existían dos opciones. La primera era dejarse atropellar por la bola de nieve y darse por vencido. La segunda opción era subirse en la bola de nieve, mantener el equilibrio, y esperar a que se estrellase contra otra cosa. Pero había que tomar una decisión, aunque realmente me importaba poco o nada lo que pensara aquel extraño de cuerpo sobrehumano.
—No sé que quieres averiguar, lo que sí sé es que no me vas a engañar con esto.—
— Realmente me importa poco o nada que me creas o no, ni siquiera sé si volveré a cruzarme contigo nunca mas, pero te voy a decir una cosa, no hace falta ser consciente de ello para que alguien muera por tus actos, una madre que muere por dar a luz a su hijo, el niño no tiene por que saber qué pasó si su padre no le cuenta nada, una chico que decidió no acompañar a su amigo a su casa, por que vivía en la otra dirección, nunca volvió a ver a su amigo, y sus padres le dijeron que se había ido a vivir lejos. Como esos, hay cientos de ejemplos. No se cual es tu caso, y puedes seguir viviendo creyendo que soy un mentiroso, la verdad es que no me importa nada. Yo no tengo ningún motivo para mentirte, ni siquiera te conozco.
Si, había decidido montarme en la bola de nieve y que se estampara contra otros. Es cierto que tenia riesgos, pues podías caerte de la gran bola de nieve y cuanto mas creciera antes de chocar, mas difícil seria manejarla. Pero vamos, que como le había dicho a el mismo en su cara, me creyera o no, me daba igual. Seguramente no le vería la cara nunca mas.