7/09/2018, 00:02
—Siento no ser de más ayuda.—
— Lo mismo digo.
Todo eso solo reflejaba lo poco que sabía de mi villa, pero era difícil viajar y conocer a gente de tu propia villa, o viajar y conocer a gente que no te odie. Qué difícil se había vuelto la vida en cuanto puse un pie en el mundo exterior.
—Ya hable con él, tampoco me dio respuesta.—
— Vaya, pues no sé qué decirte, porque ir al Uzukage no creo que sea una buena idea.
Si Datsue no lo sabía era que o bien Kotetsu se había retirado voluntariamente a una temprana edad, o te había retirado obligatoriamente a una temprana edad. No todos valen para la vida shinobi.
—¿Está muy lejos la heladería?
— No, de hecho, debería estar ahí delante. — me detuve y empecé a mirar a los alrededores. — Pero claro, es un puesto ambulante, así que... ambula. Ah, ahí está. — señalé otro camino que se veía en la distancia, solo había que atravesar una zona de arboles para llegar.
Eché a correr hasta llegar al puesto, donde un hombre de mediana edad, tirando a alta, me miró con una sonrisa. Tenía el pelo entre cano y marrón y bastante largo, recogido en una coleta. Tiraba de un puesto de helados de hielo.
— Oh, Nabi, ¿hoy repites?
— No, no es para mi, es para mi amigo de Amegakure.
Me giré para señalar a Keisuke.
— ¿En qué puedo servirte, chico?
Le diría a Keisuke cuando este estuviese suficientemente cerca para escucharle.
— Lo mismo digo.
Todo eso solo reflejaba lo poco que sabía de mi villa, pero era difícil viajar y conocer a gente de tu propia villa, o viajar y conocer a gente que no te odie. Qué difícil se había vuelto la vida en cuanto puse un pie en el mundo exterior.
—Ya hable con él, tampoco me dio respuesta.—
— Vaya, pues no sé qué decirte, porque ir al Uzukage no creo que sea una buena idea.
Si Datsue no lo sabía era que o bien Kotetsu se había retirado voluntariamente a una temprana edad, o te había retirado obligatoriamente a una temprana edad. No todos valen para la vida shinobi.
—¿Está muy lejos la heladería?
— No, de hecho, debería estar ahí delante. — me detuve y empecé a mirar a los alrededores. — Pero claro, es un puesto ambulante, así que... ambula. Ah, ahí está. — señalé otro camino que se veía en la distancia, solo había que atravesar una zona de arboles para llegar.
Eché a correr hasta llegar al puesto, donde un hombre de mediana edad, tirando a alta, me miró con una sonrisa. Tenía el pelo entre cano y marrón y bastante largo, recogido en una coleta. Tiraba de un puesto de helados de hielo.
— Oh, Nabi, ¿hoy repites?
— No, no es para mi, es para mi amigo de Amegakure.
Me giré para señalar a Keisuke.
— ¿En qué puedo servirte, chico?
Le diría a Keisuke cuando este estuviese suficientemente cerca para escucharle.
—Nabi—