8/09/2018, 00:36
Como un fantasma que vaga por un castillo encantado, Etsu deambulaba por el barco que tomaba regreso a casa. Sin ánimo alguno, pues toda ésta situación le había hecho verse como algo en lo que no quería convertirse. Un monstruo sediento de conflicto, de peleas; una abominación que busca conflictos tan solo con afán de mejorar sus fuerzas, pese al costo de vidas que podría significar eso.
Alegrarse por el comienzo de una guerra.
Golpeó el mamparo del barco, enfadado consigo mismo. Akane, a su lado, prefirió no molestarlo. Sabía que al igual que él en muchas ocasiones, ésas situaciones no eran mas que cosas pasajeras, que pronto su hermano volvería a ser el de siempre. Quizás estaba en lo cierto, o quizás no...
Fuere como fuere, el Inuzuka tomó aire, y le exhaló con mesurada lentitud.
—Mierda ya... necesito aire.
Con las mismas, comenzó a andar, dejando tras de si su camarote. Tras salir del mismo, buscó la salida de los alojamientos, y poco mas tarde de toda pared que pudiese impedirle tomar aire fresco. En el umbral de la última puerta, tomó de nuevo una bocanada de aire; tomó tanto que casi desfalleció en el intento. Tras apenas deliberarlo, lo dejó escapar.
Muchos, aún tensos por lo sucedido, habían imitado al Inuzuka. No era el único que andaba por la cubierta de la embarcación, ni mucho menos. La tensión casi se podía rasgar con un tenedor. Aunque, en gran parte también algunos celebraban que no había estallado la guerra.
Si, quizás ese era un buen punto a celebrar.
Pero no estaba el horno para bollos. Etsu no era de tomar alcohol, y mucho menos tenía pretensión de empezar justo ahora. Caminó hacia la popa, buscando alejarse un poco del resto, y ver cómo iban dejando atrás esa tierra de locos. Uzushiogakure había sido para él la tierra de los condenados, el hogar de los dementes.
Llegó hasta la barandilla, donde alguno que otro andaba apoyado, e imitó el gesto. Se dejó caer casi a peso de plomo, con la mirada perdida en la nada, pues ya ni se veía Uzu...
—Vaya mierda...
Alegrarse por el comienzo de una guerra.
Golpeó el mamparo del barco, enfadado consigo mismo. Akane, a su lado, prefirió no molestarlo. Sabía que al igual que él en muchas ocasiones, ésas situaciones no eran mas que cosas pasajeras, que pronto su hermano volvería a ser el de siempre. Quizás estaba en lo cierto, o quizás no...
Fuere como fuere, el Inuzuka tomó aire, y le exhaló con mesurada lentitud.
—Mierda ya... necesito aire.
Con las mismas, comenzó a andar, dejando tras de si su camarote. Tras salir del mismo, buscó la salida de los alojamientos, y poco mas tarde de toda pared que pudiese impedirle tomar aire fresco. En el umbral de la última puerta, tomó de nuevo una bocanada de aire; tomó tanto que casi desfalleció en el intento. Tras apenas deliberarlo, lo dejó escapar.
Muchos, aún tensos por lo sucedido, habían imitado al Inuzuka. No era el único que andaba por la cubierta de la embarcación, ni mucho menos. La tensión casi se podía rasgar con un tenedor. Aunque, en gran parte también algunos celebraban que no había estallado la guerra.
Si, quizás ese era un buen punto a celebrar.
Pero no estaba el horno para bollos. Etsu no era de tomar alcohol, y mucho menos tenía pretensión de empezar justo ahora. Caminó hacia la popa, buscando alejarse un poco del resto, y ver cómo iban dejando atrás esa tierra de locos. Uzushiogakure había sido para él la tierra de los condenados, el hogar de los dementes.
Llegó hasta la barandilla, donde alguno que otro andaba apoyado, e imitó el gesto. Se dejó caer casi a peso de plomo, con la mirada perdida en la nada, pues ya ni se veía Uzu...
—Vaya mierda...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~