12/09/2018, 10:03
Daruu atravesó las puertas coronadas con el símbolo de Amegakure. Tras ellas, se encontró en una habitación amplia y espaciosa, con la mayor parte de sus paredes forradas de estanterías llenas de libros y archivadores con documentos de toda índole; la pared del fondo, sin embargo, constituía un enorme ventanal contra el que repiqueteaba la lluvia con suavidad. Prácticamente en el centro del despacho, la figura de Amekoro Yui se encontraba sentada detrás de su escritorio, casi sepultada entre torres y torres de archivos, carpetas y papeles por revisar y firmar. Aún sentada, se podía apreciar que era una mujer alta y de músculos bien marcados. La mujer parecía terriblemente tensa, como si llevara en aquella situación días y días. No sería de extrañar, dadas las circunstancias que les atenían en los últimos tiempos. Fue la voz de Daruu la que la rescató de ahogarse entre tanto papel. La mujer alzó la mirada hacia él, con un mechón de cabello oscuro como el ébano escurriéndose por su hombro y dejando a la vista la marca de Amegakure, una terrible cicatriz grabada a fuego sobre su frente. Clavó sus vibrantes ojos azules en el muchacho, entrecerrados. En los últimos meses, cada vez que había recibido una visita de sus shinobi había sido para darle más problemas de los que tenía ya.
«Me pregunto qué será esta vez.» Meditó para sí, frunciendo los labios. ¿Otro genin descarriado? ¿Gente metiéndose donde no les llaman? ¿Traidores a la aldea? ¿Otro reducto de un clan con intenciones ajenas nada deseables? ¿Una nueva pérdida de control de su Jinchūriki? ¿Varias de esas opciones al mismo tiempo?
—Adelante. Toma asiento —le indicó, señalando las dos sillas que tenía frente a sí—. Amedama Daruu, ¿no es así? Creo que hasta ahora no hemos tenido el... placer... de hablar cara a cara.
«Me pregunto qué será esta vez.» Meditó para sí, frunciendo los labios. ¿Otro genin descarriado? ¿Gente metiéndose donde no les llaman? ¿Traidores a la aldea? ¿Otro reducto de un clan con intenciones ajenas nada deseables? ¿Una nueva pérdida de control de su Jinchūriki? ¿Varias de esas opciones al mismo tiempo?
—Adelante. Toma asiento —le indicó, señalando las dos sillas que tenía frente a sí—. Amedama Daruu, ¿no es así? Creo que hasta ahora no hemos tenido el... placer... de hablar cara a cara.