13/09/2018, 12:47
Cuando Etsu se acercó al mostrador, vio ante sí una figura imponente. Incluso sentado, le miraba desde lo alto. Era enorme, tan enorme que, cuando se levantó, el elevado techo del edificio parecía de pronto bajo. Tenía una melena canosa y larga, tan solo comparable a su barba, tan basta y frondosa que le llegaba hasta el pecho. Tenía troncos por brazos y una caja torácica que amenazaba con despedazar el chaleco jounin que le cubría cada vez que tomaba aire. Sin duda alguna, le habían dado la talla XXL, y aún así se habían quedado cortos.
Las múltiples cicatrices que rasgaban su piel denotaban que su aspecto no solo era de adorno. Le había dado uso en batalla, y de ahí su apodo: Shiten el Acaparador. Pero esa, era otra historia.
—¡Etsu-kun! ¡Justo había mandado a alguien a por ti! —confesó, justo cuando Daigo hizo acto de aparición—. ¡Daigo-kun! Sí, tú también. ¡Perfecto, justo a tiempo! —Rodeó el mostrador con un rollo de pergamino en una de sus zarpas de oso que tenía por mano. Con la otra, palmeó delicadamente a su Genin. Daigo sintió como si le hubiesen dado un martillazo en plena espalda, que hasta por un momento le cortó la respiración—. ¡Maldita sea, Daigo, te dije la última vez que tenías que ponerte en forma! —criticó—. ¡Vamos, dejad de vaguear! ¡No hay tiempo que perder! —rodeó a Etsu por los hombros y caminó junto a ellos hasta la entrada. Ambos sintieron que les llevaban en volandas, y que ofrecer resistencia a semejante fuerza era como intentar mover una montaña. Sin exagerar—. ¡Aquí tenéis la misión!
Al llegar a la entrada, Shiten les entregó un pergamino con la C estampada en el sello.
—¡El cliente os espera en las puertas de la Villa! ¡Vamos, cada segundo malgastado es un kilómetro más lejos de vuestro objetivo! ¡Ya la leeréis por el camino! —Y, con un empujón apremiante, que casi los envía volando a la mismísima entrada de la Villa, se despidió.
Las múltiples cicatrices que rasgaban su piel denotaban que su aspecto no solo era de adorno. Le había dado uso en batalla, y de ahí su apodo: Shiten el Acaparador. Pero esa, era otra historia.
—¡Etsu-kun! ¡Justo había mandado a alguien a por ti! —confesó, justo cuando Daigo hizo acto de aparición—. ¡Daigo-kun! Sí, tú también. ¡Perfecto, justo a tiempo! —Rodeó el mostrador con un rollo de pergamino en una de sus zarpas de oso que tenía por mano. Con la otra, palmeó delicadamente a su Genin. Daigo sintió como si le hubiesen dado un martillazo en plena espalda, que hasta por un momento le cortó la respiración—. ¡Maldita sea, Daigo, te dije la última vez que tenías que ponerte en forma! —criticó—. ¡Vamos, dejad de vaguear! ¡No hay tiempo que perder! —rodeó a Etsu por los hombros y caminó junto a ellos hasta la entrada. Ambos sintieron que les llevaban en volandas, y que ofrecer resistencia a semejante fuerza era como intentar mover una montaña. Sin exagerar—. ¡Aquí tenéis la misión!
Al llegar a la entrada, Shiten les entregó un pergamino con la C estampada en el sello.
—¡El cliente os espera en las puertas de la Villa! ¡Vamos, cada segundo malgastado es un kilómetro más lejos de vuestro objetivo! ¡Ya la leeréis por el camino! —Y, con un empujón apremiante, que casi los envía volando a la mismísima entrada de la Villa, se despidió.