13/09/2018, 13:01
Daruu le reveló la última de sus cartas. La carta de una marca que el Chūnin había colocado estratégicamente justo dentro de la ratonera. Yui volvió a sonreír.
—Es bueno saberlo. Recemos a Amenokami que no se den cuenta o que no termine como la marca de El Valle del Fin —asintió, y le hizo una señal indicándole que podía marcharse en cuento así lo deseara. Sin embargo, justo antes de que Daruu terminara de salir del despacho volvió a llamarle una última vez—. Por cierto, Amedama. ¿Cómo le va a Aotsuki Ayame? —preguntó, seria.
Después de todo, había sido ella misma quien le había impuesto el castigo de no volver a salir de la aldea hasta que no lograra controlar sus emociones.
—Es bueno saberlo. Recemos a Amenokami que no se den cuenta o que no termine como la marca de El Valle del Fin —asintió, y le hizo una señal indicándole que podía marcharse en cuento así lo deseara. Sin embargo, justo antes de que Daruu terminara de salir del despacho volvió a llamarle una última vez—. Por cierto, Amedama. ¿Cómo le va a Aotsuki Ayame? —preguntó, seria.
Después de todo, había sido ella misma quien le había impuesto el castigo de no volver a salir de la aldea hasta que no lograra controlar sus emociones.