13/09/2018, 23:34
Se levantó temprano. No porque quisiera, no por el deber de una misión cumplida rápido y bien. Sino porque se le había olvidado bajar la persiana, y ese rayo de sol hijo de puta le cayó en toda la cara. Refunfuñando, volvió a ponerse el uniforme y salió de la cabaña.
Bien, no creía realmente que fuese a encontrar problemas. Pero la última vez que no creyó que debiera tomar ninguna precaución, se puso a entablar una conversación con alguien que procedió a paralizarle, ordenar que le esposaran y, posteriormente, secuestrarle. Y aquella era una zona fronteriza. Por lo tanto, viajaría hasta el Valle del Fin a lomo de uno de sus pájaros de caramelo. De color blanco. Mejor que si alguien pasase por allí, le confundiese por una nube.
Sobrevoló las Tierras de la Llovizna. A lomos del pájaro, un viaje rápido. No tardó mucho en divisar el Valle. Las estatuas se veían desde lejos, pero mejor sobrevolarlo para inspeccionarlas mejor.
Una vez arriba, las tres le parecían un simple borrón. Miró a la que estaba más lejos, la de su kage. Entrecerró los ojos. Había algo raro. Una ausencia. Pero no sabía qué. Echó manos al portaobjetos, a su espalda, y sustrajo sus lentes de aumento. Si había un momento perfecto para probarlas, era ese. Se las ajustó. Giró la rueda...
—¿¡PERO QUÉ COJONES!?
Joder, claro que había una ausencia. Lo que se ausentaba en aquel caso era LA PUTA CABEZA DE SU PRIMER ARASHIKAGE. «¿Pero estamos locos o qué?» La cabeza de Daruu estaba uniendo enlaces entre sucesos a toda velocidad, y si unías que el hecho de que la cabeza de Sumizu Kouta hubiera sido destruida sin dejar rastro era una locura a la pregunta "¿quién ha podido hacer algo así?", y eso lo unías a "tenemos un conflicto sin resolver con los uzujin", y tenías en cuenta aquella esa otra flecha que apuntaba a la parte del cerebro de Daruu que se encargaba de recordarle que todos los uzujin estaban locos o tenían intenciones ocultas malignas, encontrabas la sentencia:
Una pequeña parte de Daruu le dijo a Daruu: «Espera, espera, prudencia. No creemos otro conflicto internacional, puede haber otra explicación». Pero es que enseguida, recepción contestó: «¿CUAL? ¡ME ENCANTARÍA ESCUCHARLA!»
Al final, decidió que sería la Arashikage quien tuviera que darle sentido a la única afirmación que podía asegurar al cien por cien. Y el sentido que pudiera darle le aterraba profundamente.
Formuló una secuencia de sellos, y se teletransportó de vuelta a la villa. El pájaro de caramelo se convertiría en un jarro de agua fría para cualquiera que pasara por allá abajo.
Daruu se quitó las lentes de aumento lentamente, y lentamente las introdujo en el portaobjetos. Respiró hondo un par de veces, con la mirada clavada en algún punto del inexistente horizonte de la puerta de su habitación. Reconstruyó la marca de sangre que había utilizado con aquél teletransporte, y abrió la puerta.
Bien, no creía realmente que fuese a encontrar problemas. Pero la última vez que no creyó que debiera tomar ninguna precaución, se puso a entablar una conversación con alguien que procedió a paralizarle, ordenar que le esposaran y, posteriormente, secuestrarle. Y aquella era una zona fronteriza. Por lo tanto, viajaría hasta el Valle del Fin a lomo de uno de sus pájaros de caramelo. De color blanco. Mejor que si alguien pasase por allí, le confundiese por una nube.
Sobrevoló las Tierras de la Llovizna. A lomos del pájaro, un viaje rápido. No tardó mucho en divisar el Valle. Las estatuas se veían desde lejos, pero mejor sobrevolarlo para inspeccionarlas mejor.
Una vez arriba, las tres le parecían un simple borrón. Miró a la que estaba más lejos, la de su kage. Entrecerró los ojos. Había algo raro. Una ausencia. Pero no sabía qué. Echó manos al portaobjetos, a su espalda, y sustrajo sus lentes de aumento. Si había un momento perfecto para probarlas, era ese. Se las ajustó. Giró la rueda...
—¿¡PERO QUÉ COJONES!?
Joder, claro que había una ausencia. Lo que se ausentaba en aquel caso era LA PUTA CABEZA DE SU PRIMER ARASHIKAGE. «¿Pero estamos locos o qué?» La cabeza de Daruu estaba uniendo enlaces entre sucesos a toda velocidad, y si unías que el hecho de que la cabeza de Sumizu Kouta hubiera sido destruida sin dejar rastro era una locura a la pregunta "¿quién ha podido hacer algo así?", y eso lo unías a "tenemos un conflicto sin resolver con los uzujin", y tenías en cuenta aquella esa otra flecha que apuntaba a la parte del cerebro de Daruu que se encargaba de recordarle que todos los uzujin estaban locos o tenían intenciones ocultas malignas, encontrabas la sentencia:
UZUSHIOGAKURE HA DECAPITADO LA ESTATUA DE SUMIZU KOUTA.
Una pequeña parte de Daruu le dijo a Daruu: «Espera, espera, prudencia. No creemos otro conflicto internacional, puede haber otra explicación». Pero es que enseguida, recepción contestó: «¿CUAL? ¡ME ENCANTARÍA ESCUCHARLA!»
Al final, decidió que sería la Arashikage quien tuviera que darle sentido a la única afirmación que podía asegurar al cien por cien. Y el sentido que pudiera darle le aterraba profundamente.
Formuló una secuencia de sellos, y se teletransportó de vuelta a la villa. El pájaro de caramelo se convertiría en un jarro de agua fría para cualquiera que pasara por allá abajo.
· · ·
Daruu se quitó las lentes de aumento lentamente, y lentamente las introdujo en el portaobjetos. Respiró hondo un par de veces, con la mirada clavada en algún punto del inexistente horizonte de la puerta de su habitación. Reconstruyó la marca de sangre que había utilizado con aquél teletransporte, y abrió la puerta.