14/09/2018, 01:13
El hombre que le atendió —Shitén—, era mas grande que un toro sentado, más que un oso sentado, más que una ballena sentada... en fin, ya saben. Mas grande que algo sentado, eso seguro. Era una mole, una montaña, un titán aburrido de combatir contra los dioses y que había decidido dedicarse a trámites burocráticos. Al menos eso parecía.
Saludó a Etsu como si lo conociese de toda la vida, y eso que el Inuzuka lo conocía bien poco. Pero bueno, quizás era su forma de ser. Antes de que el chico pudiese soltar prenda, apareció a su lado Daigo. El peliverde lanzó los buenos días, y propuso que en vez de hacer la misión 2 genin fuesen 3. El gigante, que había revelado que recién había mandado a alguien en búsca del Inuzuka, agregó al carro a Daigo. «Mola, una misión con Daigo... estará bien.»
La mole dio una palmada en la espalda al peliverde, y casi lo desmonta. Sin demora, pasó el brazo sobre Etsu, y Akane aprovechó que no tenía un tercer brazo para escabullirse un poco, ganando la distancia con el mismo. EL hombre, que tenía un pergamino en su zarpa, avanzó con los chicos hacia la entrada. Ni aunque quisiesen hubiesen podido evitarlo. Ni las horas de musculación y dieta de Etsu lo iban a lograr. El hombre era gigantesco, y realmente fuerte.
«La madre que lo trajo... ¡qué bestia!»
Inquirió que no había tiempo que perder, que dejasen de vaguear. Regaló el pergamino, pero no dejó tiempo a que éstos le echasen un ojo siquiera. Los voló a la puta, no demasiado fuerte. Pero sí, básicamente los echó a volar para que saliesen corriendo hacia la entrada de la villa. Al parecer, corría prisa, y debían aventurarse de inmediato.
—¡A la orden! —confirmó Etsu, que no daba fe a que nuevamente tuviese que salir corriendo.
Pero bueno, no quedaba otra. Por mucho que le desagradase la idea, peor era perder esos kilómetros hacia su objetivo que sugería el jounin. Apretó los puños, y buscó con la mirada a Daigo.
—¡Vamos!
Como alma que lleva el diablo, el joven salió corriendo hacia la entrada de la villa, sin titubeos. Obviamente, Akane hizo lo mismo, sin rechistar. Etsu sabía que Daigo no era realmente bueno corriendo, así pues, intentaría mantener un ritmo asequible para él. Rápido, pero no demasiado.
Saludó a Etsu como si lo conociese de toda la vida, y eso que el Inuzuka lo conocía bien poco. Pero bueno, quizás era su forma de ser. Antes de que el chico pudiese soltar prenda, apareció a su lado Daigo. El peliverde lanzó los buenos días, y propuso que en vez de hacer la misión 2 genin fuesen 3. El gigante, que había revelado que recién había mandado a alguien en búsca del Inuzuka, agregó al carro a Daigo. «Mola, una misión con Daigo... estará bien.»
La mole dio una palmada en la espalda al peliverde, y casi lo desmonta. Sin demora, pasó el brazo sobre Etsu, y Akane aprovechó que no tenía un tercer brazo para escabullirse un poco, ganando la distancia con el mismo. EL hombre, que tenía un pergamino en su zarpa, avanzó con los chicos hacia la entrada. Ni aunque quisiesen hubiesen podido evitarlo. Ni las horas de musculación y dieta de Etsu lo iban a lograr. El hombre era gigantesco, y realmente fuerte.
«La madre que lo trajo... ¡qué bestia!»
Inquirió que no había tiempo que perder, que dejasen de vaguear. Regaló el pergamino, pero no dejó tiempo a que éstos le echasen un ojo siquiera. Los voló a la puta, no demasiado fuerte. Pero sí, básicamente los echó a volar para que saliesen corriendo hacia la entrada de la villa. Al parecer, corría prisa, y debían aventurarse de inmediato.
—¡A la orden! —confirmó Etsu, que no daba fe a que nuevamente tuviese que salir corriendo.
Pero bueno, no quedaba otra. Por mucho que le desagradase la idea, peor era perder esos kilómetros hacia su objetivo que sugería el jounin. Apretó los puños, y buscó con la mirada a Daigo.
—¡Vamos!
Como alma que lleva el diablo, el joven salió corriendo hacia la entrada de la villa, sin titubeos. Obviamente, Akane hizo lo mismo, sin rechistar. Etsu sabía que Daigo no era realmente bueno corriendo, así pues, intentaría mantener un ritmo asequible para él. Rápido, pero no demasiado.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~