14/09/2018, 12:54
Fueron sólo cuatro palabras. Cuatro simples palabras. Daruu no se había esmerado en explicaciones ni detalles de ningún tipo, lo había soltado sin ningún tipo de anestesia ni preparación, y Amekoro Yui subió las manos y entrelazó los dedos sobre el escritorio. Había cerrado los ojos, pero todo su cuerpo vibraba como un relámpago a punto de desatarse.
—¿Cómo... que le falta... la cabeza...? —preguntó, con los labios fruncidos—. ¿A quién le falta la cabeza, Amedama?
Junto a ella, y gesto notablemente preocupado, Shanise intercambiaba miradas entre Yui y el Chūnin.
—¿Cómo... que le falta... la cabeza...? —preguntó, con los labios fruncidos—. ¿A quién le falta la cabeza, Amedama?
Junto a ella, y gesto notablemente preocupado, Shanise intercambiaba miradas entre Yui y el Chūnin.