14/09/2018, 13:27
—Le falta la cabeza. Arashikage-sama.
Las palmas de las manos de Yui golpearon con fuerza el tablero del escritorio, que vibró temeroso a punto de desmoronarse por la fuerza de la mujer.
—¡¿COMO QUE LE FALTA LA CABEZA A LA ESTATUA DE SUMIZU KOUTA?! —La tormenta había estallado. La Arashikage, aún apoyada de brazos sobre el escritorio, se inclinaba hacia delante, hacia Daruu como si quisiera saltar sobre él en cualquier momento.
—Yui, esp... —intentó intervenir Shanise, pero un nuevo golpe a la mesa la calló.
—¡¿SUMIZU KOUTA?! ¡¿EL PRIMER ARASHIKAGE DE LA HISTORIA DE NUESTRA ALDEA?! ¡¿EL MISMO QUE SACRIFICÓ SU VIDA PARA PROTEGERNOS Y LUCHAR CONTRA LOS BIJUU ALIÁNDOSE CON...?! Oh...
La Arashikage enmudeció de golpe, con el rostro lívido. Y un rayo volvió a cruzar sus electrizantes ojos. En apenas un pestañeo se plantó frente a Daruu, le cogió del chaleco con una mano, le alzó y pegó su rostro al suyo hasta que se encontraron a apenas unos milímetros. El aliento de la mujer golpeó como un vendaval las mejillas del muchacho.
—¡Telepórtame a Uzushiogakure, Amedama!
—¡Pero, Yui, ¿qué estás...? —habló Shanise.
—¡¡TELEPÓRTAME!! ¡¡Se van a enterar esos hijos de puta por tal afrenta!!
Pero antes de que Daruu pudiera decir nada, Shanise apareció entre ambos. Le costaría más de unos segundos, pero al final conseguiría separarlos y encararse a la Arashikage. Después de todo, aquella era, probablemente, la única mujer en el mundo capaz de cuestionar su implacable ira.
—¡Yui, tranquilízate! —gritó, sacudiendo un brazo—. ¡Sabes que yo soy la primera que odio ese nido de ratas después de lo que nos hicieron! —Parecía que el mote de las ratas había colado hondo—. ¡Pero la técnica de Daruu falló antes de que empezara toda esta locura, antes de que la tensión entre las dos aldeas estallara!
Yui apretó las mandíbulas y expulsó el aire por la nariz; pero, ante la insistente mirada de su mano derecha, no tuvo más remedio que relajarse.
—¡¿Entonces quién ha profanado de esa manera la memoria de Shodaime Arashikage-sama?!
¡BAM!
Las palmas de las manos de Yui golpearon con fuerza el tablero del escritorio, que vibró temeroso a punto de desmoronarse por la fuerza de la mujer.
—¡¿COMO QUE LE FALTA LA CABEZA A LA ESTATUA DE SUMIZU KOUTA?! —La tormenta había estallado. La Arashikage, aún apoyada de brazos sobre el escritorio, se inclinaba hacia delante, hacia Daruu como si quisiera saltar sobre él en cualquier momento.
—Yui, esp... —intentó intervenir Shanise, pero un nuevo golpe a la mesa la calló.
—¡¿SUMIZU KOUTA?! ¡¿EL PRIMER ARASHIKAGE DE LA HISTORIA DE NUESTRA ALDEA?! ¡¿EL MISMO QUE SACRIFICÓ SU VIDA PARA PROTEGERNOS Y LUCHAR CONTRA LOS BIJUU ALIÁNDOSE CON...?! Oh...
La Arashikage enmudeció de golpe, con el rostro lívido. Y un rayo volvió a cruzar sus electrizantes ojos. En apenas un pestañeo se plantó frente a Daruu, le cogió del chaleco con una mano, le alzó y pegó su rostro al suyo hasta que se encontraron a apenas unos milímetros. El aliento de la mujer golpeó como un vendaval las mejillas del muchacho.
—¡Telepórtame a Uzushiogakure, Amedama!
—¡Pero, Yui, ¿qué estás...? —habló Shanise.
—¡¡TELEPÓRTAME!! ¡¡Se van a enterar esos hijos de puta por tal afrenta!!
Pero antes de que Daruu pudiera decir nada, Shanise apareció entre ambos. Le costaría más de unos segundos, pero al final conseguiría separarlos y encararse a la Arashikage. Después de todo, aquella era, probablemente, la única mujer en el mundo capaz de cuestionar su implacable ira.
—¡Yui, tranquilízate! —gritó, sacudiendo un brazo—. ¡Sabes que yo soy la primera que odio ese nido de ratas después de lo que nos hicieron! —Parecía que el mote de las ratas había colado hondo—. ¡Pero la técnica de Daruu falló antes de que empezara toda esta locura, antes de que la tensión entre las dos aldeas estallara!
Yui apretó las mandíbulas y expulsó el aire por la nariz; pero, ante la insistente mirada de su mano derecha, no tuvo más remedio que relajarse.
—¡¿Entonces quién ha profanado de esa manera la memoria de Shodaime Arashikage-sama?!