15/10/2018, 19:54
A la edad de aquellos dos jóvenes genin era muy común no pensar bien lo que se dice, antes de decirlo. Por lo general un desliz de ese tipo no traía mayor consecuencia que la de un buen sermón por parte de sus padres para que aprendieran a mantener esa lengua insidiosa a ralla.
Eso servía en la seguridad de tu hogar. Pero en una misión...
En una misión, si la liabas, la liabas.
Y Mei la había liado tan parda que ni siquiera se había dado cuenta de ello. De que no había sido para nada prudente presentarse en medio del lobby del hotel con una clarificación de uno de sus mayores problemas que estaba teniendo el negocio, el de la plaga. Se suponía que a un ninja se le contrataba para ser prudente, aunque resultó ser todo lo contrario.
El rostro de la mujer se escudriñó tras su mano, que se debatía entre si darle una buena bofetada a esos dos ninja. ¡¿Cómo se les ocurría decir semejante cosa delante de los huéspedes?! y ya un par, en algún sofá cercano, había oído muy claro.
Miradas juiciosas se alargaron a través de la sala. Una reprimenda ahogada salió de aquella mujer.
—¡Malditos mocosos, pero cómo se os ocurre decirlo en voz alta! ¡¿queréis que nos vayamos a quiebra, pequeños pardillos de cuarta?!
Eso servía en la seguridad de tu hogar. Pero en una misión...
En una misión, si la liabas, la liabas.
Y Mei la había liado tan parda que ni siquiera se había dado cuenta de ello. De que no había sido para nada prudente presentarse en medio del lobby del hotel con una clarificación de uno de sus mayores problemas que estaba teniendo el negocio, el de la plaga. Se suponía que a un ninja se le contrataba para ser prudente, aunque resultó ser todo lo contrario.
El rostro de la mujer se escudriñó tras su mano, que se debatía entre si darle una buena bofetada a esos dos ninja. ¡¿Cómo se les ocurría decir semejante cosa delante de los huéspedes?! y ya un par, en algún sofá cercano, había oído muy claro.
Miradas juiciosas se alargaron a través de la sala. Una reprimenda ahogada salió de aquella mujer.
—¡Malditos mocosos, pero cómo se os ocurre decirlo en voz alta! ¡¿queréis que nos vayamos a quiebra, pequeños pardillos de cuarta?!