22/10/2018, 19:44
Kenzou chocó contra el tatami con violencia, pero afortunadamente ni él ni el suelo sufrieron daño alguno, pues en el último momento el hombre giró en el aire para rodar tras la caída y levantarse con gran agilidad. Daigo estaba algo más allá. Sus brazos y sus piernas comenzaron a brillar con un verde vívido. El Morikage entrecerró los ojos, observó el fatigado estado del muchacho y extendió el brazo hacia adelante, mostrándole la palma de la mano derecha.
—Basta, chico —dijo—, creo que ya hemos calentado lo suficiente. Mírate, si seguimos luchando vas a acabar algo maltrecho... y recuerda que todavía quiero encargarte una misión.
—Basta, chico —dijo—, creo que ya hemos calentado lo suficiente. Mírate, si seguimos luchando vas a acabar algo maltrecho... y recuerda que todavía quiero encargarte una misión.